Hernán Melgarejo / Retrato Sebastián Kaulen
Mientras trota en una máquina del Centro de Entrenamiento Olímpico, un complejo para deportistas de alto rendimiento ubicado en Ñuñoa, Carolina sabe que pase lo que pase hará historia: dentro de dos días, cuando enfrente a la brasileña Daiane Ribeiro, se convertirá en la primera chilena en disputar el título latino en la categoría gallo de la Asociación Mundial de Boxeo. Eso es un hecho. Sólo que tanto ella como su entrenador están convencidos de que no sólo lo disputarán, sino que lo van ganar y, más aún, están seguros de que este año serán campeones del mundo. “Te lo firmo ahora si quieres”, dice, mientras la observa desde una banca para hacer abdominales, su maestro Claudio Pardo, un hombre de cuarenta y cinco años que apenas acusa el paso del tiempo en sus entradas y en el volumen de su contextura física. Sin embargo, tanto la confianza que ambos se tienen como la pelea misma son totalmente descabelladas para algunos dirigentes boxeriles. Más que mal, ¿a quién se le ocurriría apostar tanto por una mujer que no tiene más que seis peleas oficiales disputadas?
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En 2004 Carolina era una contadora de veintiún años que vivía en Puente Alto y que –con un metro sesenta de estatura– pesaba noventa kilos. En ese momento Claudio Pardo era un boxeador retirado que había ganado cien de sus ciento seis combates y que había sido campeón mundial de kickboxing en 1999. Ambos coincidieron en un gimnasio ubicado en la calle Tarapacá de Santiago Centro. Uno como profesor y la otra como alumna que llegó a entrenar aerobox junto a un grupo de amigas. Sólo que esta morena de pelo crespo sobresalía del resto del curso: se esforzaba el doble e imitaba con facilidad los movimientos del maestro. Por eso, un día antes de que ella abandonara el gimnasio, Claudio Pardo se le acercó y le hizo una propuesta: ¿te gustaría entrenar kickboxing?
Ese fue el comienzo de una sociedad que hasta ahora se declara invencible. En kickboxing ganaron cinco veces el Título Nacional y dos veces el Sudamericano y el Panamericano. Han viajado por Latinoamérica repartiendo palizas y antes, en combates de Muay Thai –o boxeo tailandés–, tampoco hubo alguien quien les hiciera frente.
La trayectoria de Carolina en el boxeo tradicional aún no sabe de cinturones. Debutó con un triunfo el 30 de abril del año 2010 frente a la argentina Natalia Burga, una púgil que tenía diez centímetros más y diecisiete años de experiencia, y luego vencieron por puntos a las trasandinas María Cecilia Román y Betina Garino. Cuando el dinero empezó a escasear para seguir trayendo a rivales de calidad a pelear en Chile, Carolina, Claudio y el hijo de éste, Dalton, tuvieron que dejar el país y viajar con lo puesto a Argentina, el país con más campeonas mundiales de boxeo. Allá fue donde surgió la idea.
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Después de ganar un primer combate, Carolina disputaba una pelea en Buenos Aires frente a la argentina Alejandra Morales cuando, recién en el segundo round, se quebró los nudillos al conectar un feroz derechazo en su adversaria. A medida que pasaban los minutos su mano comenzó a hincharse cada vez más. En la esquina del cuadrilátero tuvieron que infiltrarle corticoides para que pudiese continuar. Aguantando el dolor, Carolina terminó la pelea luchando con una sola mano. Y la ganó. En el siguiente combate el dolor comenzó a aparecer en el cuarto round y, en vez de retirarse, en la esquina la tranquilizaron para que siguiera peleando nada más que con el puño izquierdo. Y no solo ganó, sino que los medios deportivos alabaron su desempeño. Al otro día, el periódico Tribuna tituló: “Rodríguez brindó una verdadera lección de boxeo”. Entonces, Pardo analizó la situación: si Carolina era capaz de ganarle a boxeadoras de nivel mundial con una sola mano, ¿cuál era el problema de pelear en Chile el título latino –en la categoía gallo, hasta 53.5 kilos– de la Asociación Mundial de Boxeo?, ¿qué importaba si su nueva rival fuese una brasileña con vasta experiencia apodada “Pequeña Tyson”? ¿y qué tan grave podía ser que el evento costara catorce millones de pesos, cuando el equipo apenas tenía dinero para subsistir?
A Claudio Pardo nada de eso le importaba. Era hora de remecer al mundo.
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Cuando los dirigentes de la Federación Chilena de Boxeo se enteraron de los planes de Pardo no lo podían creer. ¿Cómo? ¿Organizaron una pelea contra la brasileña Daiane Rodríguez? ¿Qué clase de demente podría traer a Chile a una noqueadora que de seguro tumbará a la chilena en el primer asalto?