Augusto Catoia Fonseca / Fotos SAUL

Mira fijamente a los ojos de quien le habla, pero no ve nada. Vestido de camisa blanca, parka azul oscura, pantalones grises y sandalias negras, estira sus brazos y manosea las paredes y el aire para orientar su cuerpo jorobado. No utiliza bastón y se mueve sin ayuda de nadie. Cuando su mano encuentra a otra que le saluda, la aprieta de manera suave. Su cabeza gacha se endereza cuando opina y recuerda algunos pasajes de su vida marcada por la acción social.

José Aldunate Lyon nació el 5 de junio de 1917 en Santiago. Entró al noviciado jesuita con 15 años, en 1933, y fue ordenado sacerdote en 1946. Su carrera como académico de Teología Moral y misionero lo llevó más tarde a 14 países y junto a Alberto Hurtado, en 1951, participó de la fundación de la Revista Mensaje, de la cual fue director entre 1954 y 1960.

Aldunate lleva diez años viviendo en la Residencia San Ignacio de los jesuitas, ubicada en el centro de Santiago. Hace cinco que perdió la vista, pero él, dice, no tiene problemas con eso. “Ha sido totalmente previsto, porque he tenido una miopía enorme durante toda mi vida. Debo agradecer que por lo menos conservo la capacidad de pensar y reflexionar”, comenta.

Lina Tudela, amiga del sacerdote desde que lo conoció como alumna en sus clases de Teología Moral en la Universidad Católica, lo visita dos días cada semana para leerle en voz alta textos de reflexión bíblica, del Concilio Vaticano II y los diarios. “Hace un año y medio tuvo una bronquitis grave, pero se recuperó. Siempre está al tanto de lo que pasa, pregunta de todo y cuando puede asiste a otros padres en la celebración de misas. Pasan tres horas de lectura y él no se cansa”, cuenta Tudela.

Durante la dictadura militar, Aldunate jugó un papel destacado en la defensa de los derechos humanos. Por ejemplo, fundó la revista Policarpo, que circuló entre 1975 y 1995, la que denunció abusos informados por la Vicaría de la Solidaridad. En 1975 fundó también Equipo Misionario Obrero (EMO): un grupo de sacerdotes y religiosas dedicado a la pastoral social. Más tarde participó junto a familiares de detenidos desaparecidos en huelgas de hambre que se transformaron en noticias a nivel internacional y en 1983 formó el Movimiento Sebastián Acevedo contra la tortura, ayudando a más de una veintena de personas a huir de Chile. En paralelo, durante todo ese período, el jesuita desarrolló una prolífica carrera de columnista en revistas como Mensaje y Reflexión y Liberación, y en los periódicos Punto Final, Pastoral Popular y El Siglo.

Pese a su ceguera, Aldunate sigue publicando columnas.

Además de escuchar los textos que le leen Lina Tudela, otros sacerdotes y amigos, Aldunate continúa escribiendo columnas para las publicaciones Punto Final, Reflexión y Liberación y la página web de radio Cooperativa. ¿Cómo lo hace si está ciego? Graba su voz en un gramófono y luego se las transcriben. Aunque ocupa un aparato anticuado para grabar su voz, Aldunate asegura que él no es chapado a la antigua y que, en cambio, disfruta algunas ventajas de la era digital e Internet. “Es muy interesante que se puedan publicar cosas ahí. Es una revolución cultural, y los problemas sociales cambian cuando todo es tan cercano y la comunicación es tan rápida”, dice.

—¿Y por qué sigue usando el gramófono?
—Me lo regalaron hace 6 años. Antes intentaba usar la máquina de escribir, pero era difícil. Entonces, el año pasado me acordé que tenía el gramófono y lo comencé a utilizar.

Cuando se cumplen 40 años del golpe de Estado, los recuerdos de la dictadura no son los temas hoy en su cabeza. En cambio, dice Aldunate, él reflexiona más sobre el capitalismo y el medioambiente: “Dios hizo y soñó con fraternidad e igualdad. Ojalá apuntáramos hacia eso. Pero ahí entra el régimen económico actual, centrado en la posesión y en la competencia. Hoy en Chile se piensa en llegar a ser un país desarrollado como Estados Unidos, que ya no puede desarrollarse más sin poner en peligro a la humanidad”.

—¿Y cuál es el camino para el desarrollo?
—Es necesario tomar conciencia de la ecología, de que lo que estamos haciendo es casi suicida. Yo no estaré vivo para saber qué pasará con esto. No le pongo más de veinte años para llegar al tope del problema.

Con mira a las elecciones del 17 de noviembre próximo, Aldunate cree que entre los candidatos alternativos el mejor es Alfredo Sfeir, del Partido Ecologista Verde. “En el fondo, ellos [los candidatos independientes] estorban. Saben que no tienen opción, y hacen eso para llamar la atención. Pero el candidato ecólogo tiene una visión a largo plazo. Creo que su mensaje ambientalista es importante”.

Consciente de su vejez, José Aldunate no se preocupa por la muerte. “Soy un sobreviviente. Muchos de mis amigos se fueron a mejor vida. Hoy vivo en mis ideas, escribo cuando puedo, y comprendo que tengo 96 años. Así que me siento bendecido”, dice.

Con los brazos cruzados, reclina su espalda en el sillón rojo en el cual se sienta y cierra los ojos por unos minutos antes de decir: “Echaré de menos el saber en qué va a terminar todo lo que estamos viviendo. Pero no veo a la vida terrena como algo demasiado extraordinario. Uno busca hacer lo mejor que puede no más. Y después, la muerte es como un salto en el vacío. Eso sí, yo creo que hay alguien que me recogerá abajo.”

Sobre el autor: Augusto Catoia Fonseca es alumno de cuarto año de Periodismo y este artículo es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por la profesora María Olga Delpiano.