Por Natalia Correa Vargas/Fotos: Juan Cristóbal Hoppe

Cristián Opazo es el primero en llegar a las nueve de la mañana en punto a las dependencias de la productora en una calle de Providencia. Viste jeans y zapatillas. El director general de Woki Toki abre el portón de la casa estilo francés, deja su bicicleta en el patio y comienza a prender las luces en el interior. “Parezco junior”, bromea mientras ordena los sillones en el área de recepción. Barba tupida, pelo corto y risa fácil. Unas pequeñas arrugas en el borde de sus ojos son lo único que insinúan sus 36 años. Mientras llega el resto del equipo, toma desayuno en su oficina: medio pan con mantequilla y una bebida energética.

“Mis padres pensaban que no elegí bien mi carrera y eso me pesó por muchos años”, dice Opazo.

Siete años antes Opazo no sabía qué hacer con su vida profesional. En 2008 la productora que había creado con Nikolás Rojas, Woki Toki, orientada a la realización de contenido digital para empresas, no estaba dando resultados. A los clientes no les gustaban sus ideas, no tenían cómo financiar los proyectos y cuando el presupuesto ya no alcanzaba ni para pagar sus sueldos, tuvieron que cerrar por tiempo indefinido. “Quizás fui muy iluso”, se decía Opazo, pensando en el momento en el que decidió estudiar Comunicación Audiovisual y no una de las carreras científicas que le recomendaba su familia.

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Opazo es el primero en llegar todos los días a la productora en Providencia.

“En ingeniería te irá bien”, le dijeron sus padres cuando salió de cuarto medio. Pero su sueño era ser director de cine. Opazo quería darle en el gusto a sus papás e ideó un plan, primero estudiar Ingeniería Civil en la Universidad de Chile y luego una carrera audiovisual. Pero al cabo de un año se retiró. “No aguanté”, le confesó a su familia. Pasó por dos carreras más y en ninguna duró más de un semestre. Después de tres años, finalmente se decidió por su pasión y entró a estudiar Comunicación Audiovisual en el Duoc UC.

Sus padres nunca expresaron su desaprobación y siempre contó con su apoyo económico, pero él sentía que ellos no creían en él. “Ellos pensaban que no había elegido bien y eso me pesó por muchos años”, cuenta.

Hoy Opazo está a cargo de la ejecución de los proyectos de la productora. Pega notas autoadhesivas en las paredes de su oficina para organizar las actividades del día. Junto a ellas, un afiche de la película chilena Héroes y un muñeco de Darth Vader decoran la habitación. Nunca se viste formal, no habla fuerte, ni tiene una placa en la puerta que indique su cargo, pero su oficina siempre está llena: todas las decisiones pasan por él.

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Cristián supervisa cada uno de los procesos creativos de la productora.

El dúo dinámico

Poco tiempo después de titularse entró a trabajar como post productor al programa de La Red Así Somos en 2005. Ahí conoció a Nikolás Rojas. “Cristián estaba sobre capacitado para su cargo, hacía y proponía mucho más de lo que le correspondía”, dice Rojas, jefe de Opazo en ese momento. El presupuesto del programa era escaso y el equipo debía ingeniárselas para generar contenido entretenido e interesante. En esas largas reuniones y por intereses en común, se hicieron buenos amigos.

Luego de pasar por Así Somos, Cirugía de Cuerpo y Alma, y Sueños Urbanos, el interés de Opazo ya no estaba en la televisión, las largas jornadas montando y editando videos lo deprimían. “Construir ese tipo de relatos era forzado, ya no podía ponerle más violines a las historias para ver si tenían algo de dramatismo y llamaban la atención del público”, cuenta.

Opazo no podía desarrollar todas sus inquietudes trabajando como post productor en televisión. Por eso eligió la independencia.

Opazo no podía desarrollar todas sus inquietudes trabajando como post productor en televisión. Por eso eligió la independencia.

En 2008 dejó su trabajo y con Rojas crearon una productora en la que Opazo pudiera ejercer como director y su socio como guionista. Sin tener claro el tipo de contenido que ofrecerían, ni mucho acerca de cómo funcionaba el negocio, el 29 de febrero montaron Woki Toki.

La idea parecía simple: realizar videos promocionales de marcas conocidas para ser consumidos en internet. Pero los primeros resultados demostraron lo contrario. “Pensamos que llegaríamos con este producto y todos lo encontrarían súper atractivo”, cuenta Opazo. No fue así. Las empresas rechazaban el contenido digital que ellos ofrecían, porque lo encontraban irrelevante y cuando ya habían pasado un par de meses sin poder pagar los sueldos de los seis integrantes del equipo, decidieron cerrar la productora.

Sin tener claro el tipo de contenido que ofrecerían, ni mucha idea acerca de cómo funcionaba el negocio, el 29 de febrero de 2008, Cristián Opazo y Nikolás Rojas montaron Woki Toki.

Opazo había invertido todo su dinero y energía en un proyecto que no había resultado, y ahora estaba cesante. Junto con el fracaso, vinieron los cuestionamientos. “Mis papás tenían razón”, era el único pensamiento que cruzaba su mente. En cada reunión familiar sentía la mirada reprobatoria de sus más cercanos, pero nunca se lo expresaron directamente. “Necesitaba encontrar algo o me iba a dar depresión”, cuenta.

Aún se reunía con Nikolás Rojas en cafeterías para tratar de revivir la productora; mientras, Opazo trabajaba como administrador de la pizzería de su hermano para subsistir. Tardes enteras haciendo llamadas y enviando correos electrónicos desde las mesas de un Starbucks no dieron frutos. No conseguían clientes.

Antes de contar con una oficina, las reuniones en las que nacieron los videos virales de Woki Toki se hicieron en un Starbucks.

Antes de contar con una oficina, las reuniones en las que nacieron los videos virales de Woki Toki se hicieron en un Starbucks.

Las primeras 42

Tras muchos intentos fallidos por concretar proyectos, los socios decidieron realizar una serie de seis videos de frases típicas. No querían dedicarse a la creación de virales, lo veían como el último esfuerzo por posicionar la marca de la productora, mostrar sus capacidades y conseguir clientes. Se estaban quedando sin opciones.

Con una cámara, un foco de luz y un presupuesto de veinte mil pesos para pagarle al actor, comenzaron las grabaciones del primero de la serie: “42 nuevas preguntas para el Censo 2012”. El mismo día editaron el material de cinco de la tarde a nueve de la noche y a las once el video ya estaba en el canal de Youtube de la productora. Opazo cuenta que el plan era hacer algo gracioso y que llamara la atención de ciertas empresas. Pero el resultado fue explosivo.

No querían dedicarse a la creación de virales, lo veían como el último esfuerzo por posicionar la marca de la productora, mostrar sus capacidades y conseguir clientes. Se estaban quedando sin opciones.

Agotado, Opazo llegó a su casa y se quedó dormido. A la mañana siguiente, lo despertó una llamada a su celular de un periodista del diario Las Últimas Noticias. El video había sido un éxito y los medios de comunicación nacionales habían estado tratando de contactarlo a él y a Rojas durante toda la noche. El teléfono no paró de sonar el resto del día.

A las dos semanas, el video ya tenía un millón de reproducciones en la web. El segundo que lanzaron alcanzó el millón en dos días y el tercero, en un día. La fábrica de los virales chilenos había comenzado.

La productora comenzó con seis integrantes, hoy son 30 los miembros del equipo de Woki Toki.

La productora comenzó con seis integrantes, hoy son 30 los miembros del equipo de Woki Toki.

Jorge Santa Ana, actor que protagonizó el video de las frases típicas del Censo, dice que Cristián es como su papá. “Siempre se interesaba en saber de mí y le preocupaba lo que me pasaba y nunca tuve que probarle nada, confió siempre en mí”, cuenta el actor. Luego del primer éxito y de la visibilidad en los medios de comunicación, a Santa Ana se le abrieron las puertas para trabajar en muchas otras producciones. “Todo es gracias a los videos de Woki Toki, si no hubiera aparecido en ellos no me habrían llamado nunca de otras partes”, dice el actor.

Seis meses después del estreno del primer video en la web, Opazo comenzó a agrandar el equipo de Woki Toki. Además de los dos socios fundadores, sumó a cuatro integrantes y hoy ya son treinta los funcionarios de la productora. Junto con “expandir la familia” como dice Opazo, tuvieron que cambiarse de oficina. Luego de pasar por tres lugares que se les hicieron pequeños, llegaron a donde están ubicados ahora, una casona en la calle Suecia con más de ocho salas, que permite que cada área de trabajo tenga su propio espacio: redes sociales y sala de reuniones en el primer piso; mientras la dirección, edición y producción están en el segundo.

El sentimiento de desconfianza que Opazo sentía sobre su decisión de cambiarse de carrera hace 17 años, ya no existía. Los clientes aparecieron y por montones, llegando a tener un mínimo de 16 proyectos mensuales. “Fue la validación que necesitaba”, asegura el director general mientras cierra su notebook y se dirige a la reunión de pauta con su equipo. Como todos los lunes, él se sentará en la cabecera.

Sobre la autora: Natalia Correa Vargas es alumna de tercer año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa impartido por el profesor Juan José Lagorio. El trabajo fue editado por Juan Pablo Casado como parte de su trabajo en el curso Taller de Edición en Prensa impartido por el profesor Enrique Núñez Mussa.