Carla Ruiz / Foto Martín Corvera

En menos de un mes Pablo Longueira ha debido levantar una candidatura con miras a las primarias presidenciales. Con decenas de conflictos políticos y una imagen de hombre duro, no teme enfrentar el encanto de Michelle Bachelet en noviembre:

—Mi fortaleza es la pasión en todo lo que hago, mi historia, mi compromiso, mi servicio público y eso tengo que transmitirlo. Debo tener credibilidad. Compito con una persona que tiene una gran ventaja, que no es la simpatía. En un país de izquierda, como el nuestro, es mucha más la gente que cree que alguien de izquierda va a ser más justo que alguien de derecha. Tengo que convencer a la gente de que eso no es necesariamente así —dice Longueira.

El candidato lleva más de una hora hablando sin parar, transpirando. Su secretaria, “la Titi”, entra a la oficina de su comando –ubicado en la esquinas de las avenidas Nueva Los Leones y Costanera Andrés Bello– y le dice: “Son las tres de la tarde y no has almorzado”. Entonces Longueira mira de reojo su reloj en la muñeca y le responde: “Ya, ya, bueno”, y sigue hablando sobre su posición frente a las primarias parlamentarias en la UDI:

—Nosotros nos hemos asignado dónde tenemos que ir sin elecciones internas. Yo considero mucho más valioso eso a que salga de un acto participativo democrático, porque así nos formamos. Somos parte de una generación que nos convocamos para servir al país, siempre resolvimos dónde ir todos. Hoy, poco menos que porque no hacemos primarias somos menos democráticos.

—¿Pero no sería más legítimo que la gente defina quiénes serán los candidatos de la UDI que participarán por un cupo?
—Es válido y legítimo, pero es una opción más. No es que tengamos que imitar a todos. “¿Por qué no vas tú allá? Nos faltas tú en el otro lado”, así lo hicimos siempre. Cualquiera sea el mecanismo, si es una primaria, que la hagan, pero el que pierda yo no quiero que se vaya para la casa, quiero que se vaya a otro lugar. Lo importante es que nadie se reste.

JUVENTUD Y EDUCACIÓN

—En el foro La UC mira a Chile hizo un llamado a los jóvenes a la política y al servicio público. ¿No cree que han sido los mismos políticos los que han provocado el desencanto de la juventud?
—Sí. Pero tenemos que volver a reencantarlos. Lo que busco en esta campaña por lo pronto es ganar, pero si no gano, por lo menos que quede una juventud comprometida con su país, encantada con la política. Sé que no es fácil, pero me preocupa conseguirlo.

—¿Y qué pasa con los jóvenes que están en la calle, los que marchan? ¿Cómo espera convencerlos para que crean en su proyecto?
—Lo más probable es que muchos de los jóvenes que marchan no estén en mi proyecto. Yo apunto más al joven que no marcha, son muchos más. Muchas familias me han dicho que soy su candidato porque quieren defender el modelo que les permitió a sus hijos ser profesionales. Tengo la convicción de que uno puede sintonizar, interpretar, a esas personas que de alguna forma son fruto de este modelo.

—¿Cómo va a enfrentar usted las marchas en un futuro gobierno?
—Es que no veo ninguna razón para que se marche.

—Pero si hubieran, ¿cómo lo enfrentaría usted? La ciudadanía ha demostrado tener ciertas demandas.
—Con la misma claridad con la que uno tiene que garantizarle a los chilenos el orden público. Creo que los chilenos están cansados de las marchas y de los encapuchados. Tuvieron su momento, tuvieron su sentido. Ya sabemos lo que hay que hacer. ¿Por qué se sigue marchando? No sé, no hay razones.

—Existen varias demandas: educación de calidad, gratuita, fin al lucro.
—Está bien, pero las cosas en democracia se resuelven en democracia.

—¿Se va a sentar a conversar con los líderes de la Confech, con los dirigentes sociales y la CUT?
—Con todos. Uno debe tener la capacidad de escuchar. Pero hay una cosa que está clara: no existe la varita mágica, no le voy a decir a todos que todo tiene solución. Porque yo no engaño, yo no voy a ganar engañando.

—Michelle Bachelet prometió educación pública, gratuita y fin al lucro de la mano de una reforma tributaria profunda, ¿cuál es su promesa de campaña?
—Lo más injusto que hay es la educación gratuita. ¿Por qué se crearon las desigualdades que hay hoy en Chile? Porque hubo educación gratuita y la disfrutaron las familias más acomodadas del país. La educación tiene que ser de calidad y gratuita para el que no la pueda pagar.

PROMESAS Y RECURSOS

—La meta del presidente Sebastián Piñera es o era erradicar la pobreza, ¿cuál es la suya?
—Si soy presidente mi meta es que los chilenos digan “construyó un país más justo”. Más justo, con más oportunidades para todos, donde creamos las instituciones que la gente necesita para sentir que vive en un país donde el desarrollo económico está incluido. A mí no hay nada que me irrite más que todavía hayan campamentos en Chile.

—¿Y qué haría para erradicarlos?
—En cuatro años no quedará ningún campamento. Ese es un compromiso que voy a asumir con los chilenos. Nombraré un ministro encargado de que se acaben los campamentos en Chile.