Por Bernardita Vergara/Fotos: Bernardita Vergara y Valeria Droguett

La música inunda un escenario que está oscuro. Se encienden las luces una a una, hasta hacerse notar al final de la pasarela el nombre de la marca: Lupe Gajardo. Así comienzan los quince minutos del desfile de la chilena en la semana de la moda de Nueva York. En el backstage, Guadalupe se encuentra tranquila. “Todo lo tengo resuelto antes de cada desfile”, afirma. Sin embargo, se preocupa de revisar cada detalle de las prendas que confeccionó y acompaña a cada una de las modelos antes de salir a la pasarela. Vestida de pantalones negros, una polera sin mangas del mismo color y un collar dorado colgando del cuello, la diseñadora de 27 años sale junto a su última modelo mirando hacia abajo y saluda a sus espectadores con una sonrisa y una reverencia.

Guadalupe Gajardo Böhme, más conocida como Lupe, es la primera diseñadora chilena en mostrar sus diseños en un escenario tan importante para la industria de la moda como el New York Fashion Week (NYFW). Ella pertenece a una plataforma gratuita de origen inglés llamada Not Just a Label, que reúne a diseñadores de todo el mundo y en la que los productores o busca talentos eligen profesionales para exponer en los diferentes desfiles.

A sus 27 años, Guadalupe Gajardo ha expuesto sus colecciones en 11 pasarelas distintas.

En enero de 2012 fue invitada por una productora a participar en la semana de la moda de Berlín, en la que participó y fue calificada por la propia página de Mercedes Benz Fashion Week como la “niña prodigio” de la moda latinoamericana. Logró cobertura de una de las revistas más reconocidas de Latinoamérica en el mundo de la moda: Vogue México.

En octubre de 2014 la contactaron desde la productora del New York Fashion Week (NYFW) informándole que había sido seleccionada para participar. Lupe postuló mandando sus diseños y portafolios, hasta que le avisaron que había quedado para exponer. “No tengo idea quién me recomendó ni cómo me contactaron. Puede ser porque en 2012 expuse en Berlín y tuve mucha prensa o quizás por Not Just a Label”, afirma la diseñadora. A sus 27 años, la diseñadora ha expuesto sus colecciones en 11 pasarelas distintas. En este momento, Lupe se está preparando para lucir su nueva colección en la próxima edición del NYFW en febrero de 2016.

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Lupe recibe a sus clientas en la sala principal del taller.

La familia Gajardo Böhme vivía en la Comunidad Ecológica de Peñalolén. Guadalupe señala que gracias a que tenía un padre hippie y una crianza libre, empezó a desarrollar sus habilidades creativas. Ella siempre fue estimulada para hacer sola sus propias cosas. En la casa no contaban con luz eléctrica ni cable y obtenía el agua a través de los derechos que tiene la comunidad sobre el Canal de Lo Hermida, en la que autogestionan la organización y provisión de los servicios en los límites del barrio. “Tenía que arreglármelas sola y creo que fue vital el tipo de infancia que tuve para desarrollar mis capacidades, sobre todo las manuales”, dice la diseñadora.

“Tengo muy poca ropa. Me aburre vitrinear, compro a veces en la ropa usada. También tengo varias prendas heredadas”, cuenta Lupe.

A sus padres, Erika y Alejandro, nunca les ha interesado la ropa y dicen estar seguros de que la artista recibió el gusto por la moda de su abuela materna, Inés Galaz Jiménez. Si bien la diseñadora afirma no acordarse mucho de ella puesto que murió cuando Guadalupe era pequeña, recuerda que no olvida la pasión y el gusto que su abuela tenía por la belleza y la estética.“Nosotros, más que vestirnos, nos tapamos (ríe). Pero su abuela era una gozadora de la ropa y comentaba en detalle cada revista de moda”, afirma Erika.

Por su parte, Lupe es una amante de las prendas, pero el gusto es exclusivamente en la confección. Generalmente se viste con jeans y polera negra. En su clóset tiene ocho poleras y 12 beatles negros confeccionados por ella. “Tengo muy poca ropa. Me aburre vitrinear, compro a veces en la ropa usada y también tengo varias prendas heredadas”, cuenta la diseñadora. Confiesa que para matrimonios o eventos más elegantes le gusta jugar con distintos looks y confeccionar prendas especiales para la ocasión.

Luego de vivir en Peñalolén, en 1993 los Gajardo decidieron emprender una vida diferente: viajar en furgoneta. Lupe tenía cinco años cuando partieron a Calama por dos años y luego a Iquique por tres años, recorriendo los paisajes de la primera y segunda región. “Hacíamos largos viajes en familia, apiñados sobre un colchón y sacos de dormir en La Carlota y luego en La Loyale, nuestras leales furgonetas. Nos permitieron conocer los más escondidos pueblos fronterizos, salares y volcanes del desierto”, cuenta su padre.

Guadalupe Gajardo trabajando en un vestido.

Guadalupe Gajardo trabajando en un vestido.

Tras recorrer el norte del país, el  2000 la familia se estableció en Viña del Mar. Querían vivir cerca de la playa y les acomodaba el tamaño de la ciudad. Lupe entró a estudiar al colegio Saint Dominic y empezó a realizar sus primeros emprendimientos vendiendo pinches para el pelo, prendedores, pulseras y bolitas de manjar con galletas. “Desde chica que a la Lupita le gustó tener su propio dinero, es una emprendedora innata”, dice Alejandro Gajardo.

Su madre recuerda que a los nueve años comenzó a realizar sus primeros bocetos de vestidos, principalmente de novias. A los 15 años recibió como regalo de sus padres su primera máquina de coser. “No recuerdo mucho cuál fue mi primera prenda”, confiesa Lupe, pero en ese momento sus compañeras se convirtieron en las primeras clientas que compraron ropa diseñada por Lupe Gajardo. En el colegio recibió reconocimientos como la mejor líder, llegando a ser la primera mujer presidenta del Centro de Alumnos del colegio Saint Dominic.

A los 16 años, Guadalupe ya estaba decidida a dedicarse a confeccionar prendas, por lo que en 2006 entró a estudiar la carrera Técnico en Diseño, Arte y Confección en el instituto INCACEA de Viña del Mar, apoyada por sus padres. Sin embargo, luego de terminar su carrera, la artista quiso complementar sus conocimientos de diseño y entró a estudiar Ingeniería Comercial en la Universidad Adolfo Ibáñez. “Claramente no me funcionó, duré exactamente dos semanas y me salí”, dice Lupe riendo.

“Todo lo que tiene poliéster viene del petróleo y al diseñar solo con fibras naturales demuestro que estoy en contra de todos los procesos industriales que tienen la embarrada en el ecosistema”, explica Guadalupe.

Ya establecida en Santiago, en 2010 creó y lanzó su propia marca llamada Lupe Gajardo. Poco a poco fue manifestando un sello en sus diseños vanguardistas e incluso participó en una edición especial de latas para Coca Cola, inspirada en Latinoamérica. Con la influencia de la educación ecológica que recibió de sus padres, optó por confeccionar prendas a base de materiales poco contaminantes en su proceso de producción o materiales nobles como la seda, el lino y el algodón. “Todo lo que tiene poliéster viene del petróleo y al diseñar solo con fibras naturales demuestro que estoy en contra de todos los procesos industriales, que tienen la embarrada en el ecosistema”, explica Guadalupe. Para ella, las prendas que confecciona son el reflejo de su personalidad. “Cada creación es una parte de ella, la Lupe está presente en todo el proceso de cada prenda”, cuenta la actual jefa del taller, Paulina Araneda.

En la calle Almirante Riveros, en Providencia, una reja deja ver un pasillo rodeado por un jardín con flores y arbustos. A mano derecha del pasillo se encuentra el taller de Guadalupe. El espacio de Lupe, de paredes blancas, cuenta con una sala de costura donde están las máquinas de coser, tres maniquíes y dos planchas de ropa. El pasillo que une la sala de costura con la entrada principal tiene dos torres de cajas plásticas que guardan restos de telas y materiales. Sobre una mesa hay una caja de cartón por la que asoman algunas plumas color azul oscuro, que fueron usadas para la colección que presentó en febrero en Nueva York. La sala principal del taller tiene en una esquina un pizarrón y hojas de cuaderno pegadas en la pared: son los bocetos de los diseños de Lupe.

Piano en el taller de Lupe Gajardo.

Lupe se sienta sobre el piano para dar una última mirada al vestido que lleva su clienta. “Ya estamos listas, vístete y te llamo cuando esté casi”, le dice.

A las diez de la mañana, Lupe recibe en la sala principal a una de sus clientas del día para arreglar los últimos detalles de un vestido de alta costura azul marino. A la diseñadora no le gusta hablar sobre el perfil de sus clientas. Junto a una repisa decorada de revistas de moda y su piano, la diseñadora entierra múltiples alfileres en la prenda, revisa cada pliegue y corte del vestido. Se sienta sobre el teclado cerrado del piano a observar, y dice: “Ya estamos listas, vístete y te llamo cuando esté casi”. Aquel instrumento musical no es un detalle decorativo en su taller, sino que es el talento que oculta la diseñadora.

“(El piano) Lo usa bastante en el taller, pero no cuando trabajamos, para ella es muy personal”, comenta Paulina Araneda, jefa del taller.

Desde los cinco años que toca el piano, llegando a escenarios importantes, como el Teatro Municipal de Viña del Mar cuando tenía doce. “Lupe lo usa bastante en el taller, pero no cuando trabajamos, para ella es muy personal”, comenta Paulina Araneda. En tanto, sus padres agregan que tiene otra veta artística: “canta como los dioses”.

Las máquinas de coser no se detienen, el vapor de las planchas tiene las ventanas empañadas y los cinco maniquíes están envueltos en géneros que luego serán los diseños de alta costura que confecciona la marca. Lupe prefiere seguir usando el piano sólo como un asiento, o al menos así será hasta antes de exponer nuevamente el mes de febrero en el New York Fashion Week 2016.

Sobre el autor: Bernardita Vergara es alumna de cuarto año de Periodismo y este perfil es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa impartido por Andrés Almeida. El artículo fue editado por Javiera Back en el Taller de Edición en Prensa impartido por el profesor Enrique Núñez Mussa.