Juan Pedro Lührs B.

Explotaban petardos en las calles del pueblo de Lo Barnechea. Dentro de su casa, Benjamín Valencia –88 años, el socio vivo más antiguo de Athletic Club Barnechea– se mordía las uñas mientras miraba el televisor de la cocina acompañado por su familia. Todos se tapaban la cara con las manos y gritaban para que, a mil kilómetros de distancia, en pleno desierto de Atacama, terminara el primer tiempo del partido que su equipo iba perdiendo 1 por 0.

En el Estadio El Cobre, el 24 de noviembre pasado, Barnechea disputó ante Cobresal el segundo –y definitivo– partido de la Liguilla de Promoción del fútbol profesional chileno. Si el equipo de los Valencia ganaba, empataba o perdía por menos de dos goles, subía a Primera División.

La familia le había prendido velas a una virgen. Pero la ilusión se acabó pronto: a los 20 minutos del segundo tiempo Cobresal ganaba 3 a 0.

A diez minutos del final del partido, los nervios de Benjamín Valencia y su familia no eran como los del primer tiempo. La falta de finiquito frente al arco había dejado a Barnechea en la Primera B.

Camino al triunfo

Después de 82 años de vida, Barnechea –también conocido como “el quipo guata amarilla”, debido a la franja horizontal de ese color en su camiseta– se estrenó en el profesionalismo a comienzos de 2012 con una campaña que lo perfiló como la revelación del campeonato.

El equipo nunca había llegado tan lejos como el año pasado y sólo una vez había peleado el ascenso a la segunda división. Fue en 1998, y Deportes Colchagua ganó aquella definición.

la historia del club dice que una crisis económica casi lo hizo desaparecer en 2008. El alcalde de Lo Barnechea, Felipe Guevara, decidió terminar con los 30 millones de pesos que el municipio aportaba mensualmente a la institución, para destinar esos recursos a un nuevo programa deportivo, distanciando a las autoridades comunales de los dirigentes del equipo.

Gracias a la inversión de privados, Barnechea logró superar la crisis y, desde entonces, comenzó su camino al éxito. En 2009, la directiva del Club Social y Deportivo se acercó a Juan Cristóbal de Marchena, empresario del sector, y le ofreció invertir en el club. Éste, junto al actual presidente del institución, Armando Cordero, y Cristián Rodríguez, decidieron conducir Barnechea. “El trato fue quedarnos con el equipo a cambio de absorber todos los gastos”, explica Cordero.

En ese momento, además, trazaron un plan de desarrollo a seis años. “El objetivo era subir lo antes posible a Tercera A y luego a Primera B. La idea era estar dos años en cada categoría”, recuerda Nicolás Mery, parte del directorio actual. Los resultados fueron mejores de lo que esperaban: en 2010 ascendieron a Tercera A, en 2011 a Primera B y en diciembre de 2012, en el estadio El Cobre de El Salvador, casi llegaron a Primera A.

Jugadas del gol

Con la reestructuración del club también se produjo una renovación futbolística, y el trabajo metódico y riguroso del entrenador Mario Salas fue clave en las campañas de 2011 y 2012.

Antes de llegar a Barnechea, Salas había sido ayudante técnico de Nelson Acosta en Everton de Viña del Mar. En los “guata amarilla” Salas vio la oportunidad de comenzar su carrera como entrenador. En su nuevo puesto tuvo que trabajar con la dirigencia y acomodarse al proyecto de desarrollo. “Era un club semiprofesional. A los jugadores le pagaban, pero tenían carencias en infraestructura e implementos”, recuerda Salas. A pesar de estar en la Tercera División, el técnico se propuso trabajar como si se tratara de un equipo profesional. Hizo un reglamento interno para que los jugadores cumplieran horarios estrictos, tuvieran un comportamiento ejemplar y se concentraran antes de cada partido.

A tanto llegaba la obsesión por la disciplina de “don Mario” que hacía concentraciones aunque no hubiera dinero para un hotel. “Una vez consiguió frazadas para todos y durmieron en un container que está al lado de la cancha”, cuenta Gioconda Moya, esposa de Benjamín Valencia, el socio más antiguo del club.

El equipo no sólo era disciplinado, también jugaba bien. “Mario juntó lo mejor del fútbol antiguo con lo mejor del fútbol moderno. Ponderó el respeto por los procesos con el juego vistoso, de mucho toque y llegada al arco rival”, dice José María del Pino, ex relator de Deportes 921, programa radial que relató los partidos del club en el torneo de Primera B.

Además de la disciplina implantada por Salas, la solidez institucional fue clave para impulsar a Barnechea. La sociedad anónima propietaria de la institución, Athletic Club Barnechea, formó una red de contactos, ordenó la contabilidad y generó un trabajo en conjunto con la Municipalidad de Lo Barnechea. De paso, se fue ganando el respeto de los otros clubes: “Nicolás Maturana, figura de Barnechea, pertenece a Azul Azul. Si Barnechea no fuera una institución seria, la ‘U’ no mandaría a un jugador suyo”, cuenta el relator radial José María del Pino.

Negocio redondo

El club también consiguió auspicios: Entel, Puma, Gasco y Sony, entre otras compañías, permitieron invertir en jugadores experimentados que reforzaran a un plantel joven, hospedarse en hoteles y, finalmente, rentabilizar el negocio. Al mismo tiempo, dieron seguridad económica a sus jugadores. “Saber que podrás cobrar a fin de mes, te da tranquilidad y eso repercute en el rendimiento futbolístico”, dice el entrenador Mario Salas.

Con el ascenso a Primera B, a comienzos del año pasado la Asociación Nacional de Fútbol Profesional (ANFP) le exigió al club crear divisiones inferiores. Ante la falta de recursos, la sociedad anónima decidió acercarse al alcalde Guevara para solucionar sus conflictos anteriores.

“Hoy la comuna, a través de Pro Deporte, se hace cargo de financiar todas las divisiones inferiores y escuelas deportivas, costeando los pasajes, implementos y arriendos necesarios”, explica Milko Cano, director de Pro Deporte, entidad privada sin fines de lucro que administra el rubro en el sector. “Lo que pedimos a cambio –agrega Cano– es rentabilidad social del equipo, como por ejemplo tener al cuerpo técnico y jugadores disponibles para actividades sociales”. Como gesto hacia la municipalidad, el Athletic Club decidió que todos los alcaldes de la comuna sean presidentes honorarios del equipo y la parte trasera de la camiseta comenzó a llevar estampado el logo del municipio.

Además, a fines del año pasado, la Municipalidad de Lo Barnechea empezó  la construcción de un nuevo estadio. Con un costo de $1.800 millones de pesos, el reducto tendrá capacidad para 5 mil personas (2.400 en una primera etapa) y se espera que esté disponible dentro de los próximos tres meses.

Cuando el árbitro dio el pitazo final en El Salvador y Barnechea perdió su opción de ascender a la división de honor, Benjamín Valencia y su familia abandonaron la cocina con la cabeza gacha. Pese a la ilusión rota, estaban contentos por la campaña de su equipo. Nunca habían imaginado llegar tan lejos.

Sobre el autor: Juan Pedro Lührs B. es alumno de tercer año de Periodismo y este artículo es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por la profesora Paulette Desormeaux.