Por Diego Escobedo/ Foto de portada: Conmemoración 100 años del natalicio de Miltón Friedman. (De izq. a der.) Sergio de Castro, Rolf Lüders, Luis González y Francisco Rosende. /Fotos: Gentileza Chicago Boys

Los Chicago Boys fueron un grupo de estudiantes de Ingeniería Comercial de la Universidad Católica que realizaron estudios de doctorado en la Universidad de Chicago en 1955. En ese lugar se convirtieron en seguidores del profesor y economista Milton Friedman. El documental intercala la narración con entrevistas a ellos, quienes cuentan el origen de las ideas de Friedman sobre el libre mercado. Estas ideas fueron importadas a Chile e implementadas gracias al apoyo de la dictadura militar, con un plan económico conocido como El Ladrillo, que transformó drásticamente al país. A través de fotografías, material inédito y reveladores testimonios, los, hoy, veteranos de Chicago van hilando esta historia dividida en tres capítulos: “La Semilla”, “El Ladrillo”, y “Consecuencias”.

No es coincidencia que las primeras imágenes de este documental, tras la bandera chilena ondeando, presenten una vista aérea de Sanhattan y torres en construcción. La toma hace alusión al ideal del jaguar de Latinoamérica con el que Chile ha sido asociado en las últimas décadas. Pero, que estas imágenes sean seguidas por tomas de gente marchando, genera un contrapunto. Carola Fuentes partió su investigación hace cuatro años en el apogeo del movimiento estudiantil y ciudadano, preguntándose qué pensaban los Chicago Boys de todo eso.

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Sergio de Castro (izq.) y Ernesto Fontaine (der.). Dos de las principales figuras de los Chicago Boys. La fotografía es del periodo en que realizaban sus estudios de postgrado en Chicago.

El foco de este trabajo ganador del fondo Sundance para documentales y del premio al mejor director en SANFIC 11, está en saber quiénes son estos hombres, en conocerlos como personas para entender qué valores subyacieron en las decisiones que cada uno de ellos tomó, muchas de las cuales repercutieron en la vida de todo un país. “Eso nos parece que es el aporte más importante que hace la película, porque por primera vez ellos hablan desde un punto de vista mucho más personal, del rol que les tocó en la historia”, cuenta la periodista. Fue esa razón la que motivó a los economistas a concederle entrevistas de hasta cuatro horas, entre ellos: Sergio De Castro, Rolf Lüders, y el profesor en Chicago, Arnold Harberger.

¿Consideras que este es un documental objetivo?

—En el documental se trabaja justamente con lo contrario. A los documentalistas les exigen que tengan un punto de vista, y ese punto de vista se describe como una mirada propia del documentalista hacia la historia. En este caso fue súper complejo, porque nosotros tenemos un punto de vista que se plantea en la película, pero para nosotros era mucho más interesante conocer el punto de vista de los entrevistados. Entonces puede haber quien diga que el documental, desde el punto de vista artístico, no expresa el de los autores, porque no es un documental, en ese sentido, de autor. Para nosotros eso es un logro. A nosotros nos costó y fue un gran esfuerzo llegar a una película que se alejara del panfleto, del sesgo, de la visión unívoca de las cosas. Al contrario, lo que queríamos mostrar es que esta es una historia llena de matices, que se mueve en la zona de los grises y no la de los blancos y negros.

Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano son los realizadores del documental Chicago Boys. La investigación duró cerca de cuatro años.

Carola Fuentes y Rafael Valdeavellano son los realizadores del documental Chicago Boys. La investigación duró cerca de cuatro años.

¿Qué debe esperar el espectador que va a ver el documental? ¿Un documental político, económico, biográfico?

— Yo creo que es más que nada un documental histórico, que explica o que busca explicar el presente en un proceso histórico que se originó en los años 50.

Fuentes recalca que en este documental uno no va a encontrar datos técnicos ni detalles de cómo se dio el proceso económico. También que durante su investigación le sorprendió lo poco que se sabe entre el público de cómo era Chile en los años 50. Esto lo manifiesta en su esfuerzo por contextualizar en la película y, de paso, ayudar a entender la magnitud del cambio insertado por los Chicago Boys en el país 20 años después.

“Lo que queríamos mostrar es que esta es una historia llena de matices, que se mueve en la zona de los grises y no la de los blancos y negros”, dice Carola Fuentes sobre su intención al filmar el documental.

Tras cuatro años de investigación, ¿cuáles son tus conclusiones personales? ¿El modelo neoliberal le hizo bien o le hizo mal a Chile?

—Es súper entretenida esa pregunta, porque es la que nos hacemos después de cada función, y que abre un debate tremendo. Un debate y una reflexión sobre cómo somos los chilenos hoy y, sobre todo, de cómo queremos ser. Yo creo que en todos estos años nosotros fuimos sufriendo un proceso de naturalización de ciertos conceptos que de alguna manera habíamos dejado de cuestionar o de reflexionar y asumimos que la vida es así. En el fondo, que la vida está regida por la oferta y la demanda, y que la competencia es la mejor manera de organizar la sociedad, porque ganan tanto empresarios como consumidores. Yo creo que lo que la película te hace pensar, es que este es un sistema que tiene estos resultados. ¿Estamos contentos con los resultados? ¿O nos gustaría explorar otras alternativas o modificar esta misma alternativa?

No soy una persona que esté de acuerdo o en contra del neoliberalismo. Sino que soy, después de lo que aprendí en todos estos años de investigación, una persona que me gustaría que los seres humanos pudiéramos cultivar una cierta satisfacción con nuestra vida; y he llegado a la conclusión de que esa satisfacción no depende exclusivamente del crecimiento económico, sino que depende también de otros componentes  más sociales, culturales y espirituales también. Son dimensiones que este modelo económico no tuvo en consideración para seguir fortaleciendo.

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La serie de movimientos ciudadanos que se desencadenaron en 2011 llevaron a que la periodista Carola Fuentes se preguntara por las consecuencias del sistema neoliberal en el país.

En el documental se usa la cámara aérea, la cual permite recorrer tanto la reluciente coraza de vidrio de los rascacielos santiaguinos, como las multitudinarias marchas de 2011 (con banda sonora de Ana Tijoux incluida). La cámara se desliza por la ciudad, como resaltando la intención de querer ver las cosas en perspectiva, desde otro ángulo. Por un lado están los economistas, viejos y jóvenes, defendiendo los logros del modelo. Por otro, están las masas quejándose de sus resultados. ¿La mejor economía de Latinoamérica y la gente no lo aprecia? ¿El neoliberalismo sólo acrecentó la desigualdad en Chile? El documental deja abierta esa discusión.

La ambigüedad y complejidad del proceso que significó este modelo queda reflejada en una de las escenas finales de esta película, donde se muestra un simposio de economistas, y la imagen de un pendón con el rostro de Friedman y algunas de sus frases célebres. Entre ellas: “El poder de hacer el bien es también el poder de hacer el mal” y “No hay que medir las políticas por sus intenciones, sino por sus resultados”.

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Sobre el autor: Diego Escobedo es alumno de cuarto año de Periodismo y escribió este artículo como colaborador de Km Cero. El artículo fue editado por Valentina Ortiz como parte de su trabajo en el curso Taller de Edición en Prensa impartido por el profesor Enrique Núñez Mussa. El artículo pertenece a un ciclo dedicado a presentar el trabajo detrás de los estrenos del cine chileno.