Óscar Cortés / Fotos SAUL

A sus 68 años Roberto Méndez estudia una sociedad absolutamente distinta a la que partió midiendo. En los años 80, recuerda el presidente de Adimark, menos de la mitad de los chilenos tenía televisión y las personas que terminaban la educación media alcanzaban el 11%, mientras que hoy el índice llega al 80%. Entonces, los computadores eran escasos y lentos por lo que era difícil procesar los datos obtenidos. A pocos días de las elecciones presidenciales más predecibles desde el regreso a la democracia, Méndez cuenta que ha pensado escribir un libro sobre esos años.

Luego de 30 años realizando encuestas, el ingeniero comercial de la Universidad Católica se siente capaz de seguir en contacto con la opinión pública y entender sus cambios. ¿Hasta cuándo seguirá haciéndolo? “Mientras tenga fuerza y cabeza”, responde.

Durante la campaña por las municipales de 2012, los centros de estudio no fueron capaces de predecir resultados en comunas emblemáticas, como el triunfo de Josefa Errázuriz en Providencia o el de Carolina Tohá en Santiago. La explicación más aceptada para tal situación fue la inscripción automática y el voto voluntario, que permitió que todos los ciudadanos chilenos mayores de 18 años –con algunas excepciones, como quienes viven en el extranjero– pudieran sufragar, tal como en las presidenciales del 17 de noviembre próximo. “Estamos en un proceso de aprendizaje”, dice Méndez sobre la elección, la que a su juicio también es una prueba para las empresas de investigación.

—A un año de la implementación del voto voluntario y la inscripción automática, lo que significó un cambio en el padrón electoral, ¿los centros de estudio están mejor preparados?
—Estamos un poco mejor preparados, pero todavía nos falta experiencia para hacer predicciones basadas en el voto voluntario. No hay ningún problema en reconocerlo. Cambió la forma de nuestro sistema político y las experiencias internacionales no son directamente aplicables. Tenemos una elección municipal y unas primarias, que no es lo mismo que una elección presidencial y parlamentaria. Esta va a ser la primera elección presidencial con voto voluntario. Estamos haciendo mediciones, que no publicamos, pero que las observamos cuidadosamente para hacer, de forma responsable, predicciones en el futuro. Cambió el escenario y hay que aprender todo de nuevo.

—¿Qué cambios se han realizado para dar mayor confiabilidad a las encuestas?
—Hoy no se encuesta solamente a teléfonos fijos, estamos incluyendo teléfonos celulares desde enero. Eso nos ha dado una cobertura mucho mayor que la que teníamos antes. Tiene sus complicaciones metodológicas, pero hay que innovar y es lo que se está utilizando en la mayor parte del mundo.

Méndez dice que en Chile hay pocas encuestas fiables.

—¿Cree que exista algo de manipulación por parte de los políticos en el análisis de los resultados de medición pública?
—Si no existieran las encuestas habría un desconocimiento total de las posibilidades de los candidatos. Más bien, habría la información interesada de los propios comandos o de los medios de comunicación; los que tienen sus propias agendas y líneas editoriales. La encuesta, con todas sus limitaciones, es la mejor manera de conocer lo que la opinión pública está pensando, por eso es que tienen acogida. Yo creo que es bueno que así sea, tomándolas con la debida cautela. Lo que también asegura confiabilidad es que se realicen muchas encuestas, muy distintas. Hemos conocido en las últimas semanas las encuestas del Centro de Estudios Públicos, de la Universidad del Desarrollo y de la Universidad Diego Portales. Muchas encuestas se han publicado y la visión que entregan no es tan divergente unas de otras.

—¿Cómo se puede diferenciar una buena encuesta de una mala?
—Una buena encuesta es capaz de representar bien el estado de la opinión pública en un momento determinado. Eso depende de cómo se establecen las preguntas en el cuestionario, algo que nadie precisa mucho cuando hablan de las encuestas. También influye que la muestra sea lo más representativa posible. Eso depende de la experiencia, de la forma en que se hacen las preguntas y de la aleatoriedad de la muestra, esto es independiente de si la encuesta es cara a cara o telefónica. La gente tiende a ser simplista en sus análisis, hay encuestas cara a cara que son pésimas y hay encuestas telefónicas hechas con mucho cuidado, que incluyen teléfonos fijos y celulares.

—¿Es adecuado el número de encuestas que hay en nuestro país o podría ser mayor?
—Tengo enorme respeto por lo que se hace en la encuesta CEP y en la UDP, pero creo que lo ideal es que hubiera muchas más frecuentemente. Uno ve las elecciones de otros países y cada semana aparece una encuesta de calidad. Lo ideal es que en Chile hubiera más encuestas y hay muy pocas que son confiables.

Méndez se ha distanciado de Piñera desde que llegó a La Moneda.

—En otro tema, ¿qué le parece la forma en la que se ha asesorado el gobierno para decidir sobre la necesidad de realizar un nuevo Censo?
—Tengo una queja, cuando hubo este desastre del Censo nunca se les preguntó a las personas que llevamos 30 años haciendo encuestas. A mí, hasta el día de hoy, nunca me han preguntado cómo se podría arreglar este tema. En cambio, se están pagando millones de dólares a especialistas extranjeros, cuando les consultaron a tres expertos nacionales que dieron una recomendación y no les hicieron caso a lo que ellos dijeron, que era hacer el Censo de nuevo.

—Usted es amigo del presidente Sebastián Piñera, ¿cómo afecta esa relación a la credibilidad de la encuesta Adimark?
—Yo soy su amigo, pero la encuesta Adimark ha sido pésima para el gobierno. Se han quejado de que los castiga, han tenido veintitantos por ciento de aprobación. Claro, yo tengo una relación personal con él, pero imagínate si hubiéramos sido contrarios.

—¿Ha cambiado el vínculo con Sebastián Piñera por las publicaciones de Adimark?
—Yo sigo siendo amigo de él, pero hemos estado más alejados de lo que era antes, justamente porque a la gente le cuesta mucho separar las relaciones personales del trabajo profesional. Incluyendo al Presidente de la República.

Sobre el autor: Óscar Cortés es alumno de quinto año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por la profesora Jimena Villegas.