Por Daniela Durán/Fotos: Milena Castro

Felipe Henríquez (29), Henruz, es un muralista y profesor de Artes Visuales que empezó a los 14 años a relacionarse con el graffiti y el arte en las calles. Con un estilo que se caracteriza por colores vivos y una técnica denominada por él mismo como “chorreo”, ha pintado murales en Chile, Argentina, Brasil y Uruguay. Sólo en el barrio Yungay, Henruz tiene más de veinte murales junto a otros artistas callejeros. El suelo de la razón produce monstruos, en Rosas con Cumming; No Olvidar, en Sotomayor con Compañía; y Vive, en Libertad, entre Huérfanos y Agustinas, son algunos de ellos.

Distintos tonos de verdes, rojos, azules y amarillos se entrelazan, formando curvas que le dan movimiento y color al cuerpo de la madre. Sobre el fondo lleno de tonalidades, Henruz marca líneas gruesas y delgadas para generar relieve y contorno.

Las calles y los muros del Barrio Yungay le han permitido aprender y también equivocarse. De sus desaciertos con el uso de colores y pinturas, surgió la técnica que ha caracterizado a la mayoría de sus trabajos: el chorreo. Este método consiste en derramar pintura sobre el muro y dejar que gotee de manera libre. Henruz explica que el chorreo es la exageración de un error, que al repetirse constantemente dentro de un trabajo, adquiere intención.

Guagua, por Henruz

El proceso de Guagua estuvo marcado por la técnica del chorreo de colores./Foto: Gentileza Henruz.

En Junio de 2013, Henruz y el uruguayo Camilo Núñez (apodado T.H.E.I.C) comenzaron a recopilar ideas para un nuevo proyecto. Inspirados en obras de artistas como Warhol, Klimt y Guayasamín, que mostraban a una mujer con un bebé, configuraron su propio diseño para convertirlo en mural. Los dos artistas se juntaron a bosquejar. Unieron el estilo realista de Camilo con la forma más abstracta de Felipe; este último cuenta que la imagen de la madre con su hijo en el mural se basó en una modelo real: una profesora de arte que él conocía. “Fue un trabajo bien denso, le pusimos corazón y eso que ninguno de los dos es papá”, comenta Felipe. Cuando presentaron la idea a la administración del edificio al que pertenece el muro, les dijeron que sí inmediatamente. Una muralla de 16 metros de ancho y dos metros de largo, que se puede observar desde la pasarela de Huérfanos. Gracias a la gestión de una amiga de Henruz, la empresa Renner le donó 200 galones de esmalte al agua, los cuales usó para distintos murales, incluyendo Guagua. Con pintura brillante y spray, Henruz y T.H.E.I.C comenzaron a darle vida al boceto.

Guagua, por Henruz

La empresa Renner donó las pinturas para la realización de Guagua.

Distintos tonos de verdes, rojos, azules y amarillos se entrelazan, formando curvas que le dan movimiento y color al cuerpo de la madre. Sobre el fondo lleno de tonalidades, Henruz marca líneas gruesas y delgadas para generar relieve y contorno. Desde la izquierda hasta la mitad del mural, triángulos, círculos y rectángulos de tonos morados y lilas forman parte de lo que está detrás de la mujer. Rayas delgadas, paralelas y de color café cobran vida en el cuerpo, brazos y rostros de la joven y del bebé. De esta manera se produce el efecto de sombreado que va desde el cuerpo del hijo hasta el contorno de los ojos cerrados de la madre.

La madre y el hijo de "Guagua"

El achurado es una de las técnicas que utiliza Henruz para darle volumen, luces y sombras al retrato. 

El nombre del mural surgió como una idea de Camilo: recuperar el vocabulario de Chile. “Guagua es una palabra que no se usa en ninguna otra parte del mundo, salvo en Centroamérica, donde la emplean para referirse a los buses. Cuando la gente, sobre todo los extranjeros, pasan frente al mural y lo leen, saben de inmediato que es una palabra propia de Chile”, comenta Felipe. Henruz y T.H.E.I.C terminaron Guagua en cinco días. Henruz cuenta que luego de terminar el mural, alguien le dibujó un bigote de color rojo a la mujer. Al día siguiente ese bigote no estaba: lo habían limpiado, lo que muestra el respeto y agradecimiento con que los propietarios del edificio recibieron el mural. Henruz, además, hace clases a niños de enseñanza básica, donde trata temáticas como la valoración del arte y la experimentación con la pintura. En paralelo trabaja en un proyecto para diseñar ropa. Quiere ampliar los espacios en los que pueda plasmar el sello que ha caracterizado sus murales y probar con técnicas como las manchas de colores, que a diferencia del chorreo, son salpicaduras de pintura que van formando figuras y formas: otra manera de utilizar el error para hacer arte.

Sobre la autora: Daniela Durán es alumna de segundo año de Periodismo en la Facultad de Comunicaciones UC y escribió este artículo como colaboradora de Km Cero. Este trabajo fue editado por Gabriela Campillo, estudiante de cuarto año de Periodismo, creadora y editora de la sección sobre arte gráfico callejero Gritos en el Muro para Km Cero, como parte de su trabajo en el curso Taller de Edición en Prensa Escrita impartido por el Profesor Enrique Núñez Mussa.