Daniela Manríquez / Foto Valentina Ruiz

En un Porsche Cayenne –un 4×4 con vidrios polarizados, que cuesta más de 40 millones de pesos– el director técnico de Unión Española entra al estadio Santa Laura, ubicado en la comuna de Independencia. Son las ocho de la mañana, dos horas antes de la citación a entrenamiento, cuando José Luis Sierra baja del auto en tenida deportiva. Solo está el portero del estadio, a quien Sierra saluda con un apretón de mano y le pregunta cómo está. Luego camina hacia su oficina, donde empieza revisar papeles con fechas, estadísticas e informes sobre las lesiones de sus jugadores, los que uno a uno comienzan a aparecer junto a los cinco hombres del cuerpo técnico. A las diez de la mañana en punto, José Luis Sierra entra a la cancha y dice: “¡Buenos días muchachos, a trabajar!”.

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De niño, Sierra iba al estadio junto a su padre. No se perdían ni un solo partido de la Unión Española, incluso viajaban para verlos jugar fuera de Santiago, pues su padre era dirigente del club. Sobre el pasto, “el Coto” –apodo que recibió desde niño– jugó las primeras pichangas en su colegio, el Hispano Americano. Fue entonces que su padre advirtió el buen dominio de la pelota que tenía el pequeño, y decidió probarlo en las inferiores de la Unión.

Después de terminar cuarto medio, Sierra entró a estudiar administración de empresas. Pero eso no era lo suyo, dice, porque negocio que hizo no resultó. Así fue que dejó los estudios para dedicarse cien por ciento al fútbol. Con 21 años como jugador de Unión Española, hoy Sierra lleva cuatro años como entrenador del club que lo apasiona desde niño, y este domingo puede coronarse campeón de fútbol chileno.

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En 1994 “el Coto” llegó a cuartos de final en la Copa Libertadores con Unión Española. La derrota frente a Sao Paulo fue triste pero reconfortante a la vez, porque los dirigentes del club brasileño le dijeron que lo querían en su equipo. Fue así como partió a Sao Paulo, donde aprendió a ser una celebridad, porque nunca antes había dado tantos autógrafos y posado para fotografías. Tímido, para él no fue fácil jugar en un club tan popular. Caminaba con la cabeza gacha y mirando el suelo, gesto que aún se puede apreciar cuando camina en la cancha. Su amigo y asistente técnico, el ex seleccionado nacional Pedro Reyes, cuenta que Sierra siempre ha sido reservado y que en la Selección no le gustaba hablar con los periodistas. Jamás habla de su vida privada, dice Reyes, ni siquiera con sus amigos.

Su último entrenador, Fernando Carvallo fue clave para el presente de Sierra. Carvallo recuerda que un día le dijo que contaba con capacidades que no todos tenían, y que le veía un gran potencial como entrenador. El actual preparador físico de Unión Española, Marcelo Canessa, recuerda que entonces Sierra se quedaba después del entrenamiento resolviendo dudas con Carvallo. “Le gustaba que lo criticaran para mejorar, era muy observador y anotaba en una libreta todo lo que se decía”, recuerda Canessa.

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De lunes a viernes Sierra sale a las siete de la mañana de su casa –ubicada en Padre Hurtado con Avenida La Condes– para dejar a sus hijos en el colegio Calasanz de Ñuñoa. Desde ahí parte al estadio en Independencia, donde a sus jugadores les habla de la importancia del trabajo en equipo en desmedro del lucimiento de figuras individuales: esa es su filosofía.

Sierra lleva cuatro años como entrenador de Unión Española.

Para Matías Abelairas, mediocampista argentino del plantel, Sierra es de una sola línea y el modo en que enfrenta su trabajo provoca gran adhesión en los jugadores. Al contrario de la mayoría de sus colegas en Chile, Sierra ha tenido tiempo para trabajar con tranquilidad más allá de los resultados. Su mayor fracaso se produjo en diciembre pasado cuando perdió la final del Campeonato de Clausura frente a Huachipato en el estadio CAP de Talcahuano. Pero, más allá de la derrota, su labor fue valorada y recibió el premio como Mejor Director Técnico 2012. “Eso opacó un poco la tristeza de no obtener el título, aunque la culpa de eso fue solo mía”, dice Sierra, quien hasta hoy cuestiona la formación que dispuso ese día sobre la cancha, la que cree pudo ser más ofensiva.

Cuando terminó el campeonato pasado, Colo Colo y Universidad de Chile quisieron que Sierra fuera su entrenador. A pesar de las numerosas conversaciones, al final “el Coto” se quedó en Unión Española porque por sobre lo contractual su vínculo con el club, dice, “es afectivo”. Ahora, que el domingo puede titularse campeón, nuevamente hay rumores de que dejará el Estadio Santa Laura y el próximo semestre dirigirá a Universidad de Chile.

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A pesar de que no tiene mucho tiempo, a Sierra le gusta leer libros de deporte. Hoy está leyendo Canasta Sagrada, del entrenador de básquetbol estadounidense Phil Jackson, quien explica su trabajo al frente de los Chicago Bulls de Michael Jordan. Lejos de la cancha, Sierra también disfruta de los asados y, sobre todo, compartiendo con su familia y sus amigos; aunque no tenga tanto tiempo debido a la gran cantidad de horas que cada semana gasta viendo videos de rivales. El ex futbolista y uno de sus mejores amigos, Ronald Fuentes, cuenta que cuando “el Coto” no está entrenando corre a su casa. Si no pueden comer los domingos con su familia, se las arregla para que sea un día de la semana.

El sueño de ser campeón está cada vez más cerca para Sierra. El domingo debe ganarle a Colo Colo y mantener la diferencia de tres goles a favor que mantiene con Universidad Católica. Si lo hace, consolidará cuatro años de trabajo duro y su filosofía que cada día se consolida.

Sobre la autoras: Daniela Manríquez es alumna de cuarto año de Periodismo y este perfil es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por la profesora Jimena Villegas. Los retratos son de Valentina Ruiz, alumna de cuarto de año de Periodismo, y corresponden a su trabajo en el curso Taller de Fotografía Periodística, dictado por la profesora Consuelo Saavedra.