Carla Ruiz P.

Joanna Vega y su hijo se encuentran en el paradero, afuera de la antigua Escuela La Greda, esperando el bus que lo llevará a él al colegio. El niño cursa quinto básico y ya viaja solo. Así ha sido desde 2012, luego de que la escuela fuera clausurada. En ese lugar, a sólo 400 metros de un parque industrial, nueve profesores y 142 niños realizaban su jornada escolar.

En la bahía de Puchuncaví-Quintero operan 19 empresas. Centrales termoeléctricas, industrias de fundición y refinería de cobre, de gas, fábricas de cemento, de cal, entre otras. Son mil hectáreas de fuentes fijas contaminantes que aportan elementos como arsénico, plomo y níquel al aire. Este era el paisaje que rodeaba a la Escuela La Greda hace 24 meses. Las empresas siguen ahí pero el colegio, no.

Desde hace dos años, cuando estalló el conflicto que obligó a clausurar el establecimiento, los niños se encuentran en una instalación provisoria a 1,8 kilómetros del Parque Industrial Ventanas, justo atrás de la que será su escuela definitiva; que se espera comience a funcionar durante el segundo semestre de 2013.

La Greda se ubica a 110 kilómetros al noroeste de Santiago, entre Ventanas y Puchuncaví, en la Región de Valparaíso, y tiene una población de 1.300 habitantes. Hasta 2011 pocos sabían sobre la comuna. Todo cambió el 23 de marzo de ese año, cuando, pasadas las diez de la mañana, la jornada de niños y profesores se vio interrumpida por una nube tóxica que se desplazó sobre la escuela, provocando la intoxicación –náuseas, desmayos, dificultades para respirar, tos– de 33 niños y nueve profesores.

La situación tuvo connotación nacional y en julio de 2011, el ministro de Salud, Jaime Mañalich, anunció que la escuela sería clausurada y que en 2012 los niños serían ubicados en un nuevo establecimiento, que hasta hoy se sigue construyendo.

La nueva escuela

Cada mañana los 142 alumnos son transportados desde La Greda hasta el sector de Campiche. Luego de diez minutos de viaje y detrás de unos pinos se puede ver la nueva escuela modular. Cuenta con 16 salas de clases, tres comedores, baños, bodega y una sala para los profesores. Pero, hacer clases durante año y medio en este establecimiento ha tenido dificultades. Los niños no tienen laboratorio de computación, ni hay acceso a internet. Además, los lugares para realizar actividad física están sobre la tierra, y el patio, de 70 metros cuadrados aproximadamente, se hace pequeño para los alumnos.

La futura escuela tendrá capacidad para 340 alumnos.

La futura escuela tendrá una superficie de cuatro mil metros cuadrados. Contará con ocho salas, laboratorios, una biblioteca, gimnasio techado, un casino y tiene una capacidad para 340 alumnos. La Secretaría Regional del Ministerio de Salud de Valparaíso exigió que fuera construida con un material que permitiera reducir los efectos de la corrosión y la acumulación de partículas en suspensión. A diferencia de la pintura, el Aislapol –el material que se utilizó– puede ser “descontaminado” gracias al uso de una hidrolavadora.

En agosto de 2012, se celebró la postura de la primera piedra de la futura escuela. La construcción del establecimiento ha sido financiada por Codelco-Ventanas y el terreno fue aportado por Puerto Ventanas S.A. Las dos empresas pertenecen a la Corporación de Desarrollo Quintero-Puchuncaví, que reúne a siete instituciones y tiene como objetivo el desarrollo local sustentable. La inversión total presupuestada para el establecimiento fue de 1.200 millones de pesos, sin contar el valor del terreno.

Antes de edificar se realizó un estudio de suelo en el lugar y los resultados fueron entregados a la comunidad por el intendente de la región de Valparaíso, Raúl Celis. Así, se decidió retirar 35 centímetros de tierra para quitar todo el posible material contaminado acumulado en el suelo. Luego de esto, se llamó a licitación para la construcción de la escuela y la empresa que ganó fue Duqueco.

El alma de la comunidad

Con 102 años de historia, la escuela también fue el lugar donde estudiaron gran parte de los apoderados de los actuales alumnos del colegio. Todo mucho antes de que en 1964 se instalara la primera empresa en la zona, la fundición de cobre Codelco-Ventanas.

El pasado día de la madre el colegio lo celebró con un acto al que acudieron más de 50 apoderados. Víctor Cisternas, director de la escuela, dice que la gente es muy comprometida con el colegio y por eso lucharon tanto para que este no fuera trasladado lejos.

—Ellos quieren su colegio, les duele que se los quiten. Un pueblo sin escuela no tiene identidad, desaparece —dice el director.

—¿Los padres no querían que la escuela fuera trasladada?

—No.

—¿Aunque existiera la posibilidad de otra nube tóxica?

—Aunque estuviera la nube.

Cisternas llegó en 2010 a hacerse cargo de la dirección de la escuela y ha vivido todo el conflicto en torno a la contaminación que afecta a la zona. Para él, La Greda abrió muchas puertas para que las empresas se empezaran a preocupar por Puchuncaví. Antes, en la antigua escuela, estaban en un pequeño edificio de un piso que deslindaba directamente con la carretera y donde, en caso de tsunami, debían arrancar.

Según el alcalde de Puchuncaví, Hugo Rojas, la reubicación de la escuela no es la solución definitiva, ni tampoco la manera en que las personas y los niños de La Greda no sufrirán los efectos de la contaminación. La jornada escolar dura ocho horas, el resto del día los niños pasan en su casa, a 400 metros o quizás menos de donde estaba la antigua escuela.

El papel de las empresas

Entre las empresas que se encuentran en el lugar están las dos principales fuentes fijas de contaminación: la central termoeléctrica en Ventanas de AES Gener S.A. y Codelco, división Ventanas, además de Puerto Ventanas S.A., Oxiquim, la terminal de gas licuado Quintero, Shell, Enap, Endesa, Gasmar, entre otras. Al año 2011, el sector de Puchuncaví aportaba más de mil doscientas toneladas de material particulado (PM10) anuales, equivalentes a las emisiones de más de un millón de autos, según informes del Ministerio de Medio Ambiente.

La escuela debiese empezar a funcionar en septiembre próximo.

En 1993 se estableció en la zona el primer plan de descontaminación luego de que el lugar fuera declarado saturado de dióxido de azufre (SO2) y material particulado. A finales de 2011, en la zona de Quintero-Puchuncaví se firmó el Acuerdo de Producción Limpia (APL). Esta es una de las medidas instauradas por el Ministerio de Medio Ambiente y partió con un presupuesto de 100 millones de dólares. La idea era realizar procesos más limpios y productivos. Con este acuerdo, hoy diez empresas son monitoreadas en línea para asegurar que sus emisiones se mantengan dentro de la norma.

El sistema de información en línea –que puede ser consultado por cualquier usuario visitando la página del Seremi de Salud de la Región de Valparaíso– está conformado por seis estaciones de monitoreo: Quintero, Sur, Valle Alegre, La Greda, Los Maitenes y Puchuncaví. Este sistema mide las emisiones de PM10 y SO2 e indica la dirección del viento, que incide directamente en los efectos que puedan presentar las emisiones. La página deben revisarla todos los días las escuelas de la zona para conocer el nivel de riesgo de las emisiones y, dependiendo de la concentración de SO2 en el aire, hay una serie de medidas preestablecidas. Una de las recomendaciones, por ejemplo, es posponer las horas de educación física para después de las 11 de la mañana.

Gonzalo Le Dantec, Seremi de Medio Ambiente de la Región de Valparaíso, explica que el Acuerdo de Producción Limpia y el sistema de información en línea son parte de otras disposiciones que se están realizando para lograr una mejor condición medio ambiental. “Lo que se busca es la coexistencia armónica entre las personas y las industrias, a mediano o largo plazo. Pero no mañana”, dice Le Dantec.

El dilema de la relocalización

La idea de la reubicación de la escuela no fue bien recibida en un comienzo por los apoderados. Realizaron varias protestas e incluso se tomaron el colegio. Joanna Vega, presidenta del centro de padres de la escuela, dice que el traslado es una medida absurda porque la contaminación de todos modos llegará al lugar donde estudian los niños ahora: “Era ridículo llevarse el colegio si los niños iban a seguir viviendo acá. La idea era que o dejaban la escuela donde estaba, o la movían junto a toda la comunidad”.

En la bahía de Puchuncaví-Quintero funcionan 19 empresas.

Gonzalo Le Dantec dice que la relocalización de la comunidad nunca ha sido el objetivo de las autoridades, y que lo que se busca es un nuevo trato entre las personas y las empresas. Según él, el Estado no puede llegar y romper una serie de relaciones entre los vecinos, porque hay familias que llevan generaciones viviendo ahí: “No es llegar y decir ‘¿Sabe qué? Hoy usted vive aquí y mañana lo hará a 40 kilómetros porque yo encuentro que el lugar es mejor’”, dice.

Según la Agency for Toxic Substances and Disease Registry de EE.UU., las consecuencias en la salud que el plomo puede producir son problemas cardiovasculares y aumento de la presión sanguínea. El arsénico, por su parte, provoca irritación del estómago y de los pulmones. Pero una exposición alta a estos elementos podría producir distintos tipos de cáncer.

El toxicólogo y presidente del Departamento de Medio Ambiente y Salud del Colegio Médico de Chile, Andrei Tchernitchin, considera que es un error grave haber trasladado la escuela “unos pocos metros”, ya que la contaminación llega hasta 30 kilómetros de la fuente de emisión. “O cierran todas las industrias y se reabren cuando cuenten con sistemas adecuados para reducir la emisión de contaminantes, o se erradica y traslada a todos los habitantes de las zonas contaminadas. 1,8 kilómetros no es nada y los niños siguen viviendo ahí”, dice.

La espera de la inauguración

La nueva Escuela La Greda debería haber sido entregada el 16 de febrero pasado, pero ese plazo no se cumplió. Luego se anunció que se inauguraría en marzo, pero a la fecha de publicación de este artículo aún no estaban terminadas las obras por la empresa Duqueco. El gerente general de la Corporación de Desarrollo Quintero-Puchuncaví, Marco Solorza, dice que la empresa deberá hacerse cargo del contrato que firmó y hoy prefiere no dar una nueva fecha de entrega de las obras. Por su parte, Raúl Celis, intendente de la región de Valparaíso, ha señalado a diversos medios que la escuela será entregada el 5 de septiembre. El costo definitivo del establecimiento podría llegar a los 2.500 millones de pesos. Mientras tanto, los niños deberán seguir estudiando en la escuela modular.

En los próximos meses, el Ministerio de Medio Ambiente entregará los resultados de cuatro estudios que evalúan el riesgo de contaminación tanto en el suelo, el agua, el aire y, además, un análisis sobre los efectos de la contaminación en la salud de las personas. En el estudio se han invertido más de 700 millones de pesos y con él se podrá tener certeza del problema que aqueja a la comunidad de Quintero-Puchuncaví y también de La Greda.

Según Jaime Jamett, Secretario Ministerial de Salud de la región de Valparaíso, es imposible prever cuándo puede ocurrir una nueva intoxicación. A pesar de que el sistema de información en línea ayuda a las autoridades a tomar decisiones en tiempo real, hay otros factores que podrían provocar un nuevo episodio, como una emisión no esperada o un cambio en la dirección del viento. “No se puede descartar que suceda de nuevo porque no existe la forma de medirlo”, concluye Jamett.

A las 16:45 horas suena la campana para dar término a la jornada en la Escuela La Greda provisional. Afuera se encuentra el bus que transporta a los niños. Suben ordenados y el bus arranca. Recorrerán 1,8 kilómetros hasta llegar a su antiguo colegio. Ahí sus padres los estarán esperando para volver a sus casas, a metros del Parque Industrial Ventanas.

Sobre la autora: Carla Ruiz es alumna de quinto año de periodismo y este trabajo corresponde a su trabajo en el curso Taller de Edición en Prensa Escrita, dictado por el profesor Rodrigo Cea.