Valentina Salvo / Foto Agencia UPI

Fue a mediados del año pasado, cuando la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces) y la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios (Cones) intentaron resolver diferencias y, después de discutir varios días, pactaron una fusión que daría vida a una sola gran asociación: la Coordinadora Metropolitana de Estudiantes Secundarios. Sin embargo, la tregua duró poco y, según dirigentes de la Cones luego de dos semanas, sus pares de la Aces decidieron continuar solos, sin dar ninguna explicación.

Un año más tarde, las relaciones entre ambas organizaciones están rotas.

Aces versus Cones

Creada en 2001, la Aces –agrupación dirigida por la pelirroja y carismática Eloísa González– se autodefine como una asamblea abierta, constituida por colectivos leninistas, trotskistas y anarquistas, centros de alumnos y grupos minoritarios que no necesariamente representan a una corporación educacional. Aunque no prohíbe la militancia en partidos políticos, la Aces trata de no fomentarla para que la asamblea “no sea maquinada” por éstos.

Con el apoyo de liceos emblemáticos –como el Manuel Barros Borgoño, el Internado Nacional Barros Arana y el Liceo 1 de Niñas, entre otros–, la Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios nació recién el año pasado. Con un sistema federativo, la organización surgió para restarle el papel protagónico a la Aces, y hoy registra cerca de mil centros de alumnos asociados, en trece regiones del país.

Hoy, palabras como “profesional” y “técnica” son las que ambas agrupaciones usan para describir el vínculo que mantienen. Pero, en la realidad, la relación no es tan “diplomática” y desde la Aces y la Cones acusan recibir “mala onda”, “mensajes” y “críticas constantes” a través de la prensa.

Aces y Cones sólo comparten en las manifestaciones.

Tan profundas son las diferencias, que las tensiones se han traducido en la relación de los secundarios con los universitarios. Así, al llegar a la salas pactadas para cada reunión es común ver a Eloísa González, la vocera de la Aces, siempre al lado de Gabriel Boric, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (Fech). En el otro extremo se sienta Cristofer Sarabia, vocero de la Cones, siempre junto a Noam Titelman, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica (Feuc) y a Sebastián Donoso, presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Santiago (Feusach).

Además de su forma de relacionarse con los universitarios, el contraste entre ambas agrupaciones se puede apreciar en que la Aces –grupo que llamó a “funar” las elecciones–, es tildada de “extremista y revolucionaria”, y la Cones –más conservadora para algunos– defiende las elecciones democráticas y tiene estudiantes de derecha en sus filas.

El problema más evidente entre ambos sectores se traduce en las diferencias que existen entre sus demandas: Aces y Cones entregaron propuestas en documentos distintos al Gobierno, pues no lograron acordar un modelo a seguir en caso de conseguir la llamada “desmunicipalización” de la educación. Mientras la Cones prefiere una institución estatal que se enfoque sólo en el sistema escolar y pre-escolar, a la que llama “Agencia Nacional de Educación”, la Aces propone un “Control Comunitario” que se encargue de todas las escuelas estatales.

La vía independiente

Además de los establecimientos inscritos en la Aces y en la Cones, hoy existen colegios que no pertenecen a ninguna de las dos agrupaciones, los llamados “independientes”. Tamara Castro, presidenta del centro de alumnas del Liceo Carmela Carvajal, explica que han dejado de lado todo tipo de alineaciones porque no comparten los sistemas de trabajo. Después de una votación dentro del mismo colegio, la mayoría de las alumnas decidió continuar de manera autónoma.

Aunque el establecimiento participa en las asambleas de ambas agrupaciones, sólo lo hace como “oyente”. Las propuestas las guardan para otras instancias de las que sí forman parte, como el “Cordón Providencia”: organización que agrupa territorialmente a todos los liceos de esa comuna. A esta asociación, dice la presidenta del Carmela Carvajal, se sienten más cercanas.

Pero ellas no son las únicas emancipadas, pues los alumnos del Liceo 7 de Providencia y del Liceo José Victorino Lastarria también han preferido trabajar de forma autónoma. Ambos pertenecían a una organización ahora inexistente, que dejó a establecimientos de la comuna sin asociación al movimiento estudiantil. Frente a esto, la gran mayoría decidió seguir por cuenta propia y si bien adhieren a las marchas convocadas tanto por la Cones como por la Aces, no se sienten representados por por ninguna de esas agrupaciones. Cada colegio decide por cuenta propia y se relaciona con el resto a través del –cada vez más influyente– Cordón Providencia.

Más allá de los independientes, una fusión de las posturas de los secundarios es una realidad lejana. Las diferencias principales radican entre la Aces y la Cones. Christian Jorquera, secretario de actas de la Cones, asegura que existen problemas de ego y falta de voluntad para el acercamiento de las agrupaciones. Pablo Toro, vocero de la Aces, es más tajante y dice que las posibilidades de unión son casi nulas y que cada agrupación tenga su propia propuesta, al final, beneficia al movimiento.

Sobre la autora: Valentina Salvo es alumna de tercer año de Periodismo y este artículo es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por la profesora Paulette Desormeaux.

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Corrección: El artículo fue modificado el 30 de octubre de 2012 para corregir el año de creación de la Asamblea Coordinadora de Estudiantes Secundarios (Aces). En el texto publicado originalmente se afirmaba que la organización había sido fundada en 2010, sin embargo ésta fue creada en 2001.