Texia Lorca / Ilustración Mathias Sielfeld

Las murallas están repletas de escopetas, cuchillos, cañas de pescar y pistolas empotradas en atriles de madera, unas sobre otras. La pared del fondo está empapelada de mensajes que invitan a proteger a la familia y velar por la vida de los seres queridos. “Si tu familia es atacada, ¿los defenderías o serías un buen espectador?” o “Proteger a tu familia es un deber. ¿Estás a la altura?” son algunas de las frases que destacan en la Armería Bulnes, ubicada cerca de la esquina del Paseo Bulnes con la calle Tarapacá. Ninguna de las tiendas del sector se dedica de manera exclusiva al comercio de armamento, pues también venden artículos de pesca, caza y camping. En promedio, todos los locales del país venden 5 mil armas de fuego cada año.

En Chile, la compra, posesión, porte y uso de armas de fuego está regulado por la ley 17.798, y el control está a cargo de la Dirección General de Movilización Nacional (DGMN). Los requisitos para inscribir un arma de defensa son: ser mayor de edad, presentar la cédula de identidad nacional, tener un domicilio conocido, acreditar los conocimientos necesarios del arma que se pretende inscribir, acreditar salud física y psiquiátrica, y no haber sido condenado por crimen, delito simple o violencia intrafamiliar. Los civiles sólo pueden inscribir hasta dos armas, las que deben permanecer en un domicilio fijo y sólo pueden ser transportadas con un permiso especial.

El perfil del comprador

Óscar Gatica, jefe de sala de la armería Armarket del Paseo Bulnes, comenta que la mayoría de los compradores que hoy llegan a la tienda son hombres jefes de hogar y dueños de locales comerciales. “Aunque son menos, las mujeres también vienen a comprar. Sobre todo las que viven solas”, comenta.

Datos de la DGMN muestran que los hombres alcanzan el 92,73 por ciento de los inscriptores. La mayoría de ellos se encuentra entre los 30 y 35 años de edad y el arma preferida es la escopeta seguida por el revólver. Las razones de adquisición de ellos son la defensa y la caza. En tanto, las armas inscritas por las mujeres alcanzan un 7,27 por ciento del total, y la mayoría de las compradoras tiene entre 40 y 45 años. El 78 por ciento de las mujeres dice que la razón para comprar el arma –prefieren más revólveres y pistolas, en ese orden– es la defensa personal.

Según la Encuesta Nacional Urbana de Seguridad Ciudadana 2012 (Enusc), el 25,7 por ciento de los hogares de Santiago tomó medidas en los últimos doce meses para prevenir o protegerse de la delincuencia. Además, en el 28,8 por ciento de los hogares de la Región Metropolitana al menos uno de sus miembros ha sido víctima de algún delito, como Mario Díaz.

Dueño de una botillería en la comuna de San Miguel, Díaz descubrió a tres jóvenes entrando a su local por el techo, una situación que ha sido frecuente para él en los últimos años. El 2000, una cajera del local fue encañonada por un delincuente, quien murió tras recibir dos balas que le disparó el comerciante. “Matar a un hombre se lleva por siempre, pero en ese momento sólo piensas en defender a los tuyos, y no alcanzan a llegar los pacos. Yo jamás devolvería mis armas, es como entregarse a la delincuencia”, dice.

Una ley incompleta

El servicio que dan las armerías, comenta el jefe de local de la Armería Bulnes, Domingo Contreras, es devolver la seguridad que la gente no puede obtener con el sistema nacional de seguridad. “Aquí llegan tipos aburridos de que les roben y que perdieron la fe (en la justicia)”, afirma. Según cifras entregadas por la DGMN, hasta enero de 2013 se registraban 755.946 armas inscritas, de las cuales 731.938 pertenecen a personas civiles. El 52 por ciento de estas las inscripciones fueron para defensa y el arma más común es el revólver, seguida por la escopeta.

Según la ley, para inscribir un arma sólo se necesita acreditar los conocimientos necesarios sobre conservación, mantenimiento y manejo del arma a través de una prueba teórica. Es decir, se puede adquirir armamento sin jamás haber tomado una pistola. En la armería Armarket cuentan con un polígono de tiro para sus clientes. Según Óscar Gatica, el jefe de ventas en la sala, el objetivo del sitio de práctica es que la compra y la venta de armas sean responsables. “La ley no lo considera, pero nosotros lo encontramos fundamental para la tenencia de armas”, dice.

Cristián Gamboa, presidente de la Agrupación Nacional por la Tenencia Responsable de Armas (Antra), asegura que las consecuencias que trae la inexistencia del requisito de un curso de tiro son muy graves. “El arma por sí sola no va a defender a nadie, debes saber usarla para que sea una defensa real. Es como comprar un auto y no saber manejar: Eres un peligro público”, dice Gamboa. En Antra, además, están en contra de las campañas para la devolución de armas ya que, desde su perspectiva, eso no contribuye a solucionar el problema de la inseguridad.

Sobre la autora: Texia Lorca es alumna de cuarto año de Periodismo y este artículo es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por el profesor Sebastián Rivas.