Magdalena Córdova / Ilustración Mathias Sielfeld

Harald Beyer se reclina hacia atrás en su silla mientras abre y cierra alguno de los libros que inundan sus estantes, escritorio y mesa de reuniones en su actual oficina en el segundo piso de la casona donde funciona el Centro de Estudios Públicos (CEP), en la comuna de Providencia. Hace un año, él se convirtió en el segundo ministro destituido por una acusación constitucional tras el retorno de la democracia en 1990. Antes, en 2008, fue la exministra de Educación de Bachelet Yasna Provoste.

Dos meses después de la destitución, el extitular de Educación del Gobierno de Sebastián Piñera asumió la dirección del centro de pensamiento en el cual fue investigador entre 1987 y 2011. Beyer está entusiasmado con su nuevo cargo y con el desafío que tiene por delante: proyectar el CEP más allá de esta generación. “Dejarlo bien armado para que dure para siempre”, dice.

Menos expuesto públicamente, el economista cuenta que no le gusta leerse en entrevistas ni verse en fotos, y explica que con su nuevo cargo sufre menos tensiones que en la política. Sin embargo, dice Beyer, la desventaja del mundo académico es que el esfuerzo, entre lo que se cree y la posibilidad de llevarlo adelante, es mucho menos efectivo que en el mundo político.

El episodio de la destitución, según dice, quedó muy atrás. “Nunca lo interpreté como algo personal”, asegura. Hoy es tiempo de hablar de otras temas.

—¿Cómo evalúa al ministro actual, Nicolás Eyzaguirre en sus primeros días de gestión?
—Tengo una evaluación positiva. Mi crítica es que no ha sido capaz de acotar, ya que ha querido abarcar muchos frentes. Por ejemplo, en el proyecto de reforma no hay nada de los colegios particulares pagados, sin embargo va a un programa de televisión y le preguntan sobre esto y dice: “¡Sí! También vamos a abordarlo”, entonces abre un nuevo frente, innecesario dado el ambicioso proyecto que tiene que llevar adelante. Pero sí ha tenido un espíritu dialogante, sí ha ido definiendo algunas cosas.

En marzo pasado el Gobierno de Bachelet retiró del Congreso tres proyectos emblemáticos en materia de Educación del Gobierno pasado. El de financiamiento de la educación superior, y la creación de la Superintendencia de Educación Superior y la Agencia Nacional de Acreditación fueron propuestos cuando Beyer estaba a la cabeza del ministerio.

—Respecto al retiro de los tres proyectos de ley ¿qué opina rumbo que ha tomado el ministerio de Educación?
—El proyecto de financiamiento ofrecía un crédito contingente a todos los estudiantes en condiciones muy adecuadas, pero ellos [el Gobierno actual] han planteado que quieren ofrecer gratuidad. Entonces, hay una cierta inconsistencia. En el caso de la Superintendencia y del Sistema de Aseguramiento de la Calidad, que también fueron suspendidos, son dos proyectos que están en el espíritu de lo que contiene el programa de Bachelet. Entonces, me parece muy rara la decisión, pero está bien, puede ser que no gusten enteramente. El Gobierno tiene que avanzar y suspender los proyectos es inconsistente con sus planteamientos.

—¿Cree que esta inconsistencia se debe a un error técnico?
—Creo que es un error político del Gobierno, no sé si es un error técnico, pero sí político. Al Gobierno le hubiera convenido avanzar lo más rápidamente posible, aprobar proyectos y así resolver un frente, que es el de aseguramiento de la calidad, y tener personas encargadas de implementar eso. No me resulta comprensible desde el punto de vista de los propios intereses que tiene la coalición que está gobernando ahora.

­—Como exministro de Educación y respecto a los desafíos que plantea el programa de Bachelet, tales como fin al lucro y gratuidad universal, ¿usted cree que el Gobierno estará a la altura de las expectativas generadas?
—En las últimas encuestas que han aparecido, alrededor de la mitad de la población cree que el Gobierno va a cumplir con gratuidad y con el fin al lucro. Es un escenario bueno para el Gobierno, porque indudablemente las expectativas no son tan desmedidas como se pensaba, por lo tanto, eso le da más libertad para ir flexibilizando su programa en función de las necesidades que vayan surgiendo.

—¿Cuál es la principal autocrítica que hace a su gestión como ministro de Educación?
—Yo creo que uno siempre comete un montón de errores, pero quizá haber confiado en que pudimos haber resuelto más rápido el problema de la Universidad del Mar. Si hago una autocrítica creo que las señales que recibimos, incluso de las propias universidades, era que este era un problema que se podía resolver y que las universidades iban a hacer todo lo posible por reubicar a los estudiantes. Finalmente, eso fue un problema de exceso de confianza, porque simplemente no se pudo.

—¿Cómo compara el escenario actual de Eyzaguirre con el que usted tuvo cuando asumió como ministro?
—La ventaja que tiene es que un gobierno parte con el beneficio de la duda y por lo tanto el ministro tiene posibilidades de acotar y de ir definiendo un poco una agenda que aúne voluntades. Yo, en cambio, llegué a mitad de Gobierno y rápidamente me di cuenta de que los estudiantes no tenían voluntad de diálogo, y eso era razonable, porque el Gobierno indudablemente estaba debilitado. En el momento en que ingresé las divisiones eran demasiado profundas como para poder pensar que por la vía del dialogo podíamos resolver algo.

—Sobre la acusación constitucional en su contra, ¿cree que hubo malas intenciones por parte de la Nueva Mayoría en lugar de un afán por querer frenar el lucro?
—No, yo no diría que hubo malas intenciones. Yo diría que fue un momento político, por así decirlo, malo.

Harald Beyer recalca que sintió la destitución como una motivación, de parte de la Concertación, por infringirle una derrota política al Gobierno de Piñera. “Dada la coyuntura, parecía razonable ir detrás del ministro de Educación y me tocó a mí estar en ese momento. A cualquiera en el cargo le podría haber pasado exactamente lo mismo, por eso no me lo tomo tan personal”, dice.

—­¿Fue, como usted dijo, una “politiquería”?
—Los países viven ciclos políticos de mejor calidad y otros de baja calidad. A mí me tocó uno de baja y eso explica la destitución. Yo creo que fue una injusticia, pero al final uno entiende que la política tiene ciclos. A mí me tocó un ciclo malo y pagué los platos rotos. No tengo ningún rencor respecto de esa situación.

Sobre el autor: Magdalena Córdova Díaz es alumna del programa Periodismo para Licenciados y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por el profesor Andrés Almeida. El artículo fue editado por Emilia Duclos, alumna de quinto año de periodismo, como parte de su trabajo en el curso Taller de Edición en Prensa Escrita, dictado por el profesor Rodrigo Cea.