Cecilia González / Ilustración Mathias Sielfeld

La electricidad es el insumo básico para el 23% de las empresas en Chile. Con ingresos mensuales de hasta 200 millones de pesos y un máximo de 199 trabajadores, 194.806 pymes se encuentran en peligro hoy, según datos del Instituto Nacional de Estadísticas. Así, mientras algunas ya cerraron, otras no saben si seguirán funcionando el próximo mes. Cada vez mueren más pymes que dependen de la energía como insumo principal, según el secretario general de la Confederación Nacional de la Pequeña Industria y el Artesanado (Conupia), Axel Rivas.

Debido al alza y aumento de la demanda por energía, este grupo de empresas se encuentra en un momento decisivo. Carlos Amín, el presidente de Laboratorios Coesam, una empresa de 120 empleados que tiene su casa matriz en La Reina, dice que las alternativas de los empresarios son reducidas. “A las pymes nos quedan dos opciones: o reinventarnos, o cambiarnos de rubro. Ninguna de las dos es fácil”, comenta.

Todos los días, durante 24 horas seguidas, 18 turbinas eléctricas secan los frutos de rosa mosqueta con que los trabajadores de Laboratorios Coesam elaboran productos para la piel. El viento de las aspas absorbe la humedad, dejando solo el aceite de las semillas: su compuesto más preciado. 2013 fue un año difícil para Coesam. El alza del precio de la electricidad obligó al directorio a tomar una decisión dolorosa: cerrar la planta de producción de aceite de rosa mosqueta. “La empresa ya no nos interesaba, no éramos rentables”, explica Amín con tono angustiado. El costo de la operación era de seis millones de pesos mensuales, más que el sueldo del total de los trabajadores. Con el cierre de la planta, 100 de 120 empleados perdieron su trabajo.

En los últimos 20 años, Chile ha aumentado su demanda energética en un 400%, un patrón normal dentro de los países en vías de desarrollo. En 2013 el precio de la electricidad tuvo una inflación del 5,5%, mientras el IPC subió un 3 %, y para 2014 se espera que el precio de la electricidad siga en aumento.

“La situación está terrible”, dice Alejandro Monsalve, gerente de planta de Toallas Lourdes, ubicada en Quinta Normal. En 2008 la empresa invirtió 25 millones de pesos –un 15% de su ingreso mensual, aproximadamente– en luminarias de bajo consumo y upgrades  para que sus 17 máquinas trabajaran de forma más eficiente. El objetivo era reducir los gastos en electricidad, mantenerse rentable y continuar creciendo como lo había hecho desde su fundación en 1937. El plan no funcionó y pronto suspenderán la jornada de la tarde: lo que significará disminuir la producción a la mitad.

Lo que más preocupa a Monsalve es la poca capacidad para competir con industriales extranjeros. “Por el precio de la electricidad, nuestros costos de producción son muy altos, pero tenemos que adaptar los precios al mercado y hay demasiada competencia del extranjero que vende muy barato. Si la cosa sigue así, la industria chilena va a desaparecer”, asegura. Hasta el momento Toallas Lourdes ha mantenido a sus 60 empleados, pero el gerente afirma que es poco factible que esto se pueda sostener en el mediano plazo. “Siendo realistas, vamos a tener que empezar a despedir”, dice con voz apagada.

La crisis eléctrica no afecta a todas las empresas por igual. Mientras en rubros como el agrícola la energía no es tema, las áreas que más sufren son aquellas que requieren del trabajo continuo de maquinaria: la industria textil, el calzado, la metalurgia y los refrigerantes, entre otras.

“Lo que se prevé es que cada vez nazcan más pymes en los mercados que no consumen electricidad y que mueran las que tienen costos altos”, dice Axel Rivas, secretario general de Conupia.

El líder gremial cree que la consecuencia natural será que en Chile dejen de fabricarse ciertos productos –como ya sucede con el aluminio y los tubos de cobre– y que estos se importen. “Cuando uno importa depende de muchos factores, como el precio del dólar y las condiciones del extranjero, eso a uno lo vuelve más vulnerable. Los precios suben y el que pierde es el consumidor”, dice.

Quien aún no se encuentra en problemas es la micro industria –aquella donde operan hasta cinco trabajadores– pues su consumo eléctrico es similar al de un hogar.

Con los proyectos energéticos que están actualmente en construcción, Chile es capaz de suplir la demanda eléctrica solo hasta 2016. El ministro de Energía, Máximo Pacheco, reconoce que es necesario tomar medidas urgentes: “En los últimos cuatro años el país ha tenido un tremendo déficit en la aprobación de proyectos. Necesitamos energía, hemos perdido el tiempo y debemos recuperarlo”, dice el secretario de Estado. La llamada “agenda energética” es el compromiso número 48 para los 100 primeros días de Gobierno. Según el ministro, el plan tendrá tres pilares: fortalecer el papel del Estado en la planificación, generar una política de ordenamiento territorial y reducir las barreras de entrada para nuevos competidores.

Axel Rivas, de Conupia, opina que si bien estas medidas podrían traer beneficios a futuro, no ayudan a resolver los problemas urgentes de las pymes. “La única solución que vemos nosotros, teniendo en cuenta que este problema solo se puede resolver a largo plazo, es que exista un apoyo estatal a las pymes con algún tipo de subvención”, dice.

Durante las reuniones del Consejo Consultivo Empresarial de la APEC, llevadas a cabo en Santiago entre el 5 y 7 de mayo, la Presidenta Bachelet reconoció que obtener energía es uno de los principales desafíos de Chile en materia de crecimiento. Dentro de las próximas dos semanas el Gobierno dará a conocer la nueva Agenda Energética.

Sobre el autor: Cecilia González es alumna de cuarto año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por el profesor Sebastián Rivas. El artículo fue editado por Texia Lorca, alumna de quinto año de periodismo, como parte de su trabajo en el curso Taller de Edición en Prensa Escrita, dictado por el profesor Rodrigo Cea.