Por Mariabelén Briones/Ilustración: Fabián Rivas

—Hola, quiero contratar Internet para mi casa.

— ¿Cuál es su dirección?

—Estación Coronel #0457, Villa Ferroviaria, Puente Alto.

—Deme unos segundos….No, no llegamos para allá. Usted vive en zona roja.

Esta fue la respuesta que recibió Vanesa Sáez (32) cuando intentó contratar el servicio de internet para su hogar. Hace ocho años que se cambió junto a su esposo y sus tres hijos a la Villa Ferroviaria, una de las 48 poblaciones que conforman Bajos de Mena en la comuna de Puente Alto. Vanesa sabía de los problemas de delincuencia a los que se vinculaba a la villa. De lo que no estaba al tanto, era que su casa estaba ubicada en un sector denominado zona roja de conectividad. Hoy, lo tiene más que claro. “Estamos marcados. Las compañías de teléfono ya no nos ofrecen Internet para la casa”, asegura Sáez.

Puente Alto, Renca, Huechuraba, son algunas de las comunas que se denominan zonas rojas para las empresas de telecomunicaciones, sectores en los que las grandes compañías deciden no ofrecer sus servicios, porque son poco rentables, tienen altos índices de robo de cables y altas tasas de morosidad y endeudamiento.

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La Pincoya es uno de los lugares denominados Zona Roja por las compañías de Telecomunicaciones. Estas no ofrecen sus servicios en aquellos sectores que consideran poco rentables. Foto: Gentileza Alcom.

El único cibercafé disponible en la Villa Ferroviaria no siempre está funcionando. Cada dos semanas, según los propios vecinos del sector, jóvenes de las villas aledañas se acercan a los postes, cortan los cables y los roban. Nadie hace algo para evitarlo. Los vecinos ya no llaman a los Carabineros para estos casos y la policía ya no entra a Bajos de Mena para este tipo de situaciones. Las empresas se respaldan en estos hechos para no entrar a las zonas de alto riesgo.

“Nos hemos visto forzados a salir de estos sectores rojos. Cuando nos notificaban los robos, reponíamos los cables y en menos de 24 horas los volvían a sacar, incluso asaltando a nuestros técnicos a plena luz del día”, asegura el gerente comercial de Gtd Manquehue, Fernando Gana. Para la empresa, estos lugares no son rentables. “Hay poblaciones en las que no existen robos, pero los clientes no pagan ni siquiera la primera cuenta. Por lo tanto, la inversión en la instalación y los gastos de venta no se recuperan nunca”, detalla Gana.

José Manuel Moller (24) es el creador de Algramo, empresa que suministra productos de necesidad básica a los almacenes y los vende a granel. Un día intentó conectar a Internet una de sus máquinas en La Pincoya. Al preguntar, la respuesta fue directa, según recuerda: “No tenemos, somos zona roja”. Por eso decidieron ampliar su emprendimiento, junto a su equipo crearon Alcom y ahora entregan conectividad para internet.

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Alcom es una empresa que ofrece planes de internet a bajo costo a modo de evitar el endeudamiento de los consumidores. Foto: Gentileza Alcom.

A través de un sistema de tecnología sin cables que emite señales de Internet en los mismos almacenes en que instalan las máquinas de Algramo, ofrecen el servicio con planes de prepago, que van desde los $10.000 hasta los $14.000, para evitar la morosidad y endeudamiento de los consumidores. Hoy ya son más de 200 familias del sector conectadas a la red. En Bajos de Mena también han entrado emprendimientos como los de Alcom, pero según Sáez no han sido muy buenas experiencias. “Estas empresas le ofrecen internet solo a los afortunados, los que tienen casas bonitas y bien cuidadas. A pesar de que no es algo transversal a todos los vecinos, es un negocio y se agradece que existan. Ojalá fuese para todos sin discriminación”, agrega.

Según cifras proyectadas por Alcom, cerca de dos millones de personas en Santiago no tienen acceso a Internet fijo. Para obtener esta cifra, se calculó la cantidad de habitantes de los estratos D y E por comuna con el informe socioeconómico de Adimark, la cantidad de hogares por comuna y se estimó la cantidad de hogares sin internet. La investigación solo contempló personas de los estratos D y E, los grupos socioeconómicos más afectados por el concepto de zona roja.

“Estas empresas le ofrecen internet solo a los afortunados, los que tienen casas bonitas y bien cuidadas. A pesar de que no es algo transversal a todos los vecinos, es un negocio y se agradece que existan. Ojalá fuese para todos sin discriminación”, comenta Vanesa.

Otro estudio en la materia, realizado en 2008 por Adimark, VTR y EducarChile, concluyó que todos los sectores socioeconómicos tienen acceso a Internet, pero la principal diferencia es dónde se conectan. Un 68% de las personas del estrato D lo hace desde lugares públicos. En Chile no existe un informe sobre cuáles son esas zonas ni tampoco una política pública focalizada en solucionar el problema de quienes viven en esos lugares. “La información sobre las zonas rojas no es pública, es un tema tabú en las empresas. Investigando nos dimos cuenta de que un 80% de las comunas tienen estos sectores, más de 720 mil familias en Santiago a quienes hoy les responden que no existe cobertura. No es un tema de infraestructura, es una decisión comercial”, afirma la gerente general de Alcom, Pilar Silva.

Vanesa Saez junto a su hijo haciendo tareas con el internet del celular.

Vanesa Saez junto a su hijo haciendo tareas con el internet del celular. Foto por Mariabelén Briones.

La Municipalidad de Puente Alto, basada en los datos del Censo de 2002, realizó un análisis espacial de la comuna. Este informe de 2005 concluyó que de los 27.086 hogares que componen el sector de Bajos de Mena, un 95,5% no tiene acceso a Internet en sus casas.

—Mamá, tengo que hacer tareas con Internet—dice el hijo de Sáez.

—Se robaron los cables de nuevo. Tenemos que esperar a que llegue el papá para ir a Puente Alto—afirma la madre.

Situaciones como esta ya son rutina para Sáez. A veces tiene suerte. “En el colegio es básico Internet, es como usar mochila. Cuando pasan estas cosas te da rabia e impotencia, siento que perdemos tantas oportunidades. La vida hoy te lo exige y el que tengo en el celular no es suficiente”, asegura.

Quedarse afuera

La Ermita surgió como un proyecto de viviendas sociales en 1996 en Lo Barnechea. Según el Censo 2002 el 22,2% de los habitantes corresponde al grupo socioeconómico D. Actualmente son 1.440 familias las que viven en la población.

La muerte de un joven por la bala de un policía, evidenció nuevamente la realidad de La Ermita, una de las poblaciones más vulnerables de Santiago. Al igual que Bajos de Mena, La Ermita es considerada como Zona Roja de conectividad.

Roni Carrasco (24) nació en La Ermita. Estudió Ingeniería, pero por un problema con la Municipalidad de Lo Barnechea, tuvo que congelar sus estudios. Durante los años que ha vivido en el sector tuvo que aceptar su realidad. “A nosotros no nos llega el wifi, solo tenemos conexión a través del celular”, afirma Carrasco.

“Nuestra misión es tratar de llevar la conectividad a todas partes, pero no podemos obligar a una empresa a hacer un negocio en una zona que no es rentable para ellos”, afirma el subsecretario de Telecomunicaciones, Pedro Huichalaf.

Según las cifras de Alcom, 23.212 personas de la comuna de Lo Barnechea no tienen acceso a internet, lo que correspondería aproximadamente al 21% de la población.

Si Carrasco quiere ver una película en Netflix, no puede. Si Carrasco quiere ver un video en un Youtube, no puede. Si Carrasco quiere descargar música, no puede. Estas son solo alguna de las limitaciones de vivir en zona roja. “A veces siento que nos quieren dejar más afuera de todo. Gastan mucha plata tratando de luchar contra la violencia, pero esto solo trae más violencia. Lo que aquí falta es más apoyo educacional y de alguna forma el internet te abre muchas oportunidades”, asegura Carrasco.

Desde la subsecretaría de Telecomunicaciones argumentan que los distintos servicios de conexión a Internet están regulados por las condiciones del mercado. “Nuestra misión es tratar de llevar la conectividad a todas partes, pero no podemos obligar a una empresa a hacer un negocio en una zona que no es rentable para ellos”, afirma el subsecretario, Pedro Huichalaf.

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Una de las soluciones para resolver el problema de la conectividad en sectores como la Villa Ferroviaria, ha sido flexibilizar las concesiones a las pequeñas empresas que desean entrar a estos lugares. Foto: Mariabelén Briones.

Hoy las políticas públicas respecto al problema de conectividad están enfocadas en un plan de zonas rurales, extremas e indígenas a lo largo de Chile. “Hemos descubierto lugares donde no existe cobertura ni servicio de telecomunicaciones, en eso nos estamos enfocando. Pero lo que sí hemos hecho en estas zonas de bajos ingresos, es flexibilizar las concesiones a las pequeñas empresas de telecomunicaciones que tienen como objetivo entrar a estos sectores”, agrega el subsecretario.

Desde su casa en la Villa Ferroviaria, Sáez, decoradora de eventos, mira su celular. Revisa una lista: manteles, serpentina, cama elástica. Durante los próximos días tiene un cumpleaños y debe organizar todo para que su negocio salga a la perfección. “Mis clientes ya saben que no me pueden contactar por Facebook. No funciona a veces el 3G. He perdido eventos por esto, hasta para aportar en mi casa el internet es un cacho pero qué le voy a hacer”, dice. Luego de los ocho años que ha vivido en Bajos de Mena, ya se acostumbró a estar en zona roja.

Mariabelén Briones es alumna de cuarto año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa impartido por la profesora Gloria Faúndez. El artículo fue editado por Valentina Ortiz como parte de su trabajo en el Taller de Edición de Prensa Escrita impartido por el profesor Enrique Núñez Mussa.