Soledad Agüero

No le gusta que digan que es sobrino nieto del expresidente Patricio Aylwin. Prefiere recalcar el vínculo con su abuelo, el exsenador Andrés Aylwin, quien fue parte de los 13 democratacristianos que manifestaron públicamente su condena al golpe militar de 1973. Pero Sebastián Aylwin (25), estudiante de derecho de la Universidad de Chile, no se identifica con la Democracia Cristiana, con las coaliciones políticas actuales ni con algún candidato presidencial.

Aylwin es militante del colectivo Izquierda Autónoma, el mismo de Gabriel Boric y Andrés Fielbaum; antiguo y actual presidente de la Fech, respectivamente. Aylwin pretende ser el próximo presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile y así enfrentar un 2014 con dos grandes hitos en la “U”: la elección de rector y la llegada de un nuevo presidente de la República, que –según él cree– será Michelle Bachelet.

La semana pasada, el triunfo de “RetroCEDamos” en las elecciones del Centro de Estudiantes de Derecho –una lista que nació como broma y como una burla a los colectivos de izquierda– fue interpretado como una alarma por quienes luchan por las demandas impuestas por el movimiento estudiantil.

—¿Cómo interpretas el triunfo de RetroCEDamos?
—Es una crítica muy fuerte de los estudiantes a las organizaciones políticas, que peleaban entre ellas más que conversar con el estudiante que va cotidianamente a la facultad. Eso también incluye a mi colectivo y por eso tenemos que hacernos una autocrítica, aunque sigo siendo un ferviente defensor de la acción colectiva.

—¿Y qué autocrítica se hacen dentro de la Izquierda Autónoma?
—Las organizaciones políticas tienen que preocuparse menos de las cosas que dicen las otras organizaciones respecto de ellos y centrarse más en el estudiante común y corriente que no va necesariamente a hacer política, sino a estudiar o a tener vida social. Hay una federación que desde el 2011 ha jugado un protagonismo a nivel nacional, y eso ha generado una dificultad sobre cómo es capaz de cumplir también un rol interno. Ahí nos hacemos una autocrítica, creemos que hay que tener una Fech que se preocupe también de las facultades.

—¿Con qué medidas van a reencantar a esos estudiantes descontentos con los grupos políticos actuales?
—No se trata de tener un par de medidas paliativas que permitan mayor sintonía con nuestros compañeros. La crítica es muy fuerte y, por tanto, el diagnóstico y la solución deben ser a largo plazo. Hay que discutir sobre cómo transformamos las facultades para que sean más justas con sus compañeros y estén al servicio de toda la sociedad.

—¿Cuál es el principal proyecto que tienen pensado al interior de la universidad?
—El primer eje es la democracia. Antes, estudiantes y funcionarios votábamos en elecciones de autoridades y ahora tenemos que seguir avanzando en esa dirección. Un segundo tema son las desigualdades, hay facultades como ingeniería que generan muchos recursos, mientras otros como el Inap [Instituto de Asuntos Públicos] no tienen sedes donde estudiar. El tercero tiene que ver con la formación de profesionales dentro de la universidad.

—¿Qué los diferencia de las otras listas?
—La lista “Avancemos” [Juventudes Comunistas, Socialistas e Izquierda Ciudadana], ha planteado el próximo año como de avances para el movimiento estudiantil, pero nos parece contradictorio que digan que van a estar con un pie en el gobierno y otro en la calle, cuando tenemos un movimiento que se está movilizando contra el gobierno. Otras listas de izquierda, como “Luchar”, han dicho que el movimiento estudiantil no es suficiente para transformar el país y se requieren otros actores sociales. Estamos de acuerdo en que los estudiantes no van a solucionarle todos los problemas a Chile, pero no es casualidad que después de 2011 se hayan levantado distintos movimientos sociales.

—¿A qué atribuyes el cansancio en el movimiento estudiantil en comparación a 2011?
—Hay un cansancio natural después de tres años. Eso ha significado personas que se han echado sus ramos o que han salido más tarde de vacaciones. Pero cuando recorro todas las facultades les pregunto si han dejado de creer que Chile necesita educación pública, gratuita y de calidad. Siempre me responden que no, que esa convicción está intacta.

—La candidata de “Avancemos”, Irací Hassler, atribuyó ese cansancio a una conducción errática y falta de decisión para afrontar el movimiento estudiantil, ¿qué responsabilidad le cabe a las federaciones que vinieron después de 2011?
—Las dos últimas federaciones han sabido mantener la autonomía del movimiento estudiantil y han sido un referente nacional sin delegar la solución a los viejos partidos tradicionales. Cuando “Avancemos” dice que hemos desconfiado de la capacidad de los propios estudiantes de ganar, les decimos que el movimiento estudiantil en realidad ha dejado de confiar en ellos, al incluirse en la Nueva Mayoría y apoyar la candidatura de Michelle Bachelet, que no representa al movimiento.

—Si, como tú crees, Michelle Bachelet resulta electa, ¿qué acción van a tomar desde su primer día de gobierno para que preste atención a sus demandas?
— Hay que interpelarla desde el primer día. Solo el movimiento estudiantil puede hacer una reforma educacional legítima y no la Nueva Mayoría. Llevamos tres años planteando nuestras demandas y a ella se le ocurrió recién hace seis meses que creía en nuestras consignas, sin siquiera especificar de manera concreta cómo las va a realizar. Por eso el próximo año es clave, tenemos que ser los protagonistas y plantear los términos de la discusión.

—¿Cómo van a enfrentar el desafío de apelar a una ciudadanía que sí confía en ella y que es muy probable que le dé el triunfo?
— Por eso mismo, tenemos que hablarle también a esa ciudadanía. El movimiento estudiantil todavía es depositario de una gran legitimidad y confianza que le ha entregado la ciudadanía, por eso tenemos que ser muy propositivos con el próximo gobierno.

—Dices que la solución no está en los partidos tradicionales, pero si no es con los partidos ni con el Gobierno, ¿con quién van a dialogar para que sus demandas se traduzcan en algo concreto?

—No tenemos miedo a dialogar con los partidos políticos, pero si no están las condiciones mínimas para que el movimiento avance, el diálogo ya no sirve. A veces se tilda al movimiento estudiantil de intransigente, pero hemos dialogado con todos los actores de la educación y los más intransigentes son el Gobierno y los partidos políticos.

—Has dicho que las condiciones mínimas para dialogar van a ser que la educación sea concebida como derecho y no como negocio. Si eso no se cumple, ¿cuál va a ser el medio para conseguir sus demandas?
—No descartamos ningún medio de movilización. Si hay un debate en educación, los estudiantes estaremos marchando, incidiendo en el debate público o discutiendo al interior de nuestras universidades. No nos sirve que ofrezcan un diálogo que sea simplemente dialogar por dialogar, sino que el movimiento estudiantil debe plantear los términos de la discusión con los que se ha ganado la confianza de la mayoría de los chilenos, que es concibiendo la educación como un derecho y no como un negocio.

—Participaste en la toma de la Comisión Nacional de Acreditación (CNA) y de la Facultad de Derecho en 2009, ¿están contempladas ese tipo de acciones?
—Son acciones que buscan referenciar ciertas demandas y visibilizar elementos que la prensa oculta. Lo del CNA fue antes de que se destaparan escándalos por los que hoy hay gente presa. Por supuesto que eso se tiene que hacer de manera democrática, con decisiones que tomen todos los estudiantes colectivamente en un marco de respeto. Lo ideal sería avanzar en transformaciones sin tener que tomar esas medidas, pero lamentablemente uno tiene que llegar a esas situaciones extremas cuando ya no quedan otras alternativas.

—¿Cuánto puede cambiar el escenario actual si exdirigentes estudiantiles llegan al Congreso?
—Nos parece muy legítimo que continúen la lucha por nuestros derechos en otros ámbitos. Esperamos que construyan puentes y caminos para que la educación sea concebida como un derecho. Sin embargo, nosotros apostamos más por construir fuerza social, por seguir ampliando este movimiento y proyectarlo políticamente. Si bien son apuestas legítimas, no creemos que haya que copar el Congreso con dirigentes para conseguir educación gratuita.

—¿Te interesa después postular a algún cargo de elección popular, como lo están haciendo exdirigentes de la Fech como Gabriel Boric o Francisco Figueroa?
—Esas decisiones ya no corresponden al movimiento estudiantil, sino a las organizaciones en que participamos. No tengo previsto postular a ningún cargo ni tampoco es algo que se pueda anticipar cuando faltan tantos años para una nueva elección.

Sobre la autora: Soledad Agüero es alumna de quinto año de Periodismo y este artículo es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa Escrita, dictado por el profesor Cristóbal Edwards.