Por Macarena Maldonado Araya, desde Buenos Aires/Fotos: Secretaría de Cultura de Ciudad de México

Basta con ingresar al pasillo amarillo en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, para que no quepan dudas sobre la cuál es la ciudad invitada de honor. Al caminar, de a poco se empiezan a asomar banderas en tonos rojos, blanco y verde y, a lo lejos, se escuchan suavemente unas rancheras. Ya en el stand, que ocupa toda una manzana, la identidad mexicana aparece por todos los rincones, tal como lo describió el embajador de México en Argentina, Fernando Castro Trenti, al inaugurar el lugar: “Hemos querido ofrecer un espacio distinto donde compartir, disfrutar y sentirse un poco como en nuestra tierra”.

Entre los escritores mexicanos que participan en la Feria del Libro de Buenos Aires, destacan Margo Glantz, Paco Ignacio Taibo II, Fabio Morábito, Álvaro Enrigue, Carmen Boullosa, Guadalupe Nettel, Ana García Begua, Daniel Saldaña y el argentino residente en México Néstor García Canclini.

Tal cual. Para un mexicano sería como estar en casa. Se trata del stand más grande y atractivo de la Feria, diseñado como un gran bar, con barra, mesas y sillas, donde se pueden comer tacos y quesadillas, y tomar tequila y cerveza. Al fondo, un escenario donde, continuamente, se ofrecen distintos espectáculos: danza, música, poesía y charlas entre autores mexicanos y argentinos. “Dan ganas de quedarse acá toda la tarde. Puedo pararme, revisar los libros de las repisas, sacarlos para ojearlos y seguir tomando cerveza con mis amigas”, dice Sol Losino (19) que lleva casi una hora en el lugar junto a otras dos jóvenes.

La Fundación El Libro ha dicho sobre la participación de México que: “representa una oportunidad para fortalecer la relación bilateral entre dos de las ciudades de mayor tradición y trascendencia cultural de América Latina. Permitirá la proyección de jóvenes escritores de notable calidad, la difusión de sellos editoriales y el intercambio con personalidades de la vida cultural y artística mexicana”.

El jefe de gobierno de la Ciudad de México, Miguel Ángel Mancera, señaló que: “la literatura y la historia le han dado muchos nombres a la Ciudad de México. Sinónimo de encuentro, memoriosa y moderna, es la ciudad de Sor Juana; y fue la casa de Juan Gelman, Gregorio Selser y Juan Carlos Portantiero, así como de Álvaro Mutis y Gabriel García Márquez”.

El programa de la delegación mexicana incluye un homenaje a los centenarios de Octavio Paz, Efraín Huerta y José Revueltas.

Octavio Paz, un Monumento Nacional

A pocos meses de los 100 años del natalicio del Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, se reunieron los especialistas de su obra: Christopher Domínguez Michael, Francisco Segovia, Ricardo Cayuela, Santiago Sylvester y José María Espinasa.

“Paz es la figura central y más importante de México, de la segunda mitad del siglo pasado y su trabajo nos ha legado una herencia crítica, que ha generado una amplia y variada discusión a su alrededor”, así comenzó Espinasa la conversación que estuvo marcada por el legado del poeta tanto en las letras como en política.

A pesar del importante aporte que Paz hizo a la poesía latinoamericana, tanto el historiador Christopher Domínguez, como el director de Publicaciones del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes de México, Ricardo Cayuela, criticaron los homenajes que el gobierno mexicano organizó; y describieron los festejos como un “fracaso”, “un acto barroco”, “un monolito horripilante”, “nos dimos cuenta de que nadie había leído a Paz, y no sólo eso, sino que nadie sabía nada de él”.

El poeta argentino Santiago Sylvester destacó que es inevitable que Octavio Paz se convierta en un “monumento nacional” y por esa razón “ya nadie lo leerá”, pese a que su obra “abarcadora” logra una fusión entre la tradición y la modernidad y entre el ensayo y la poesía. “Paz es el poeta nacional, es el poeta incómodo porque hay que superarlo, porque hay que comerlo, asimilarlo y dejar que las nuevas generaciones que vienen hagan lo que puedan con este tótem, incluso cayendo en el canibalismo, porque después de la presencia de este tipo de personalidades no tenemos otra cosa que hacer que citarlos”, concluyó Sylvester.

Efraín Huerta, el cocodrilo

Otro destacado poeta latinoamericano del siglo XX, a quien el gobierno de Francia le otorgó en 1945 las Palmas Académicas, y que en 1976 recibió el Premio Nacional de Poesía.

A partir de 1950, Efraín Huerta inició el movimiento neo vanguardista del “cocodrilismo”, en referencia al monstruo del subconsciente que tiene una nueva posición ante la existencia, una respuesta humorística e inteligente contra los dogmáticos.

Los temas más frecuentes en las obras de Huerta son el amor y la soledad, la vida y la muerte, la rebeldía contra la injusticia, su lucha contra la discriminación racial, la música de los negros, la política y la ciudad de México. Entre sus primeros poemas destaca “Absoluto amor”, “Línea del alba”, “Los hombres del alba”, “Poemas de guerra y esperanza” y “La rosa primitiva”.

José Revueltas, el revolucionario

Su nieto, Julio Revueltas, dio un concierto de guitarra en la inauguración de esta Feria del Libro; es que José fue parte de una importante familia de artistas, que incluyó a sus hermanos Silvestre Revueltas (compositor), Fermín Revueltas (pintor) y Rosaura Revueltas (actriz).

Estuvo en prisión muchas veces por su activismo político desde los 15 años. Aún era menor de edad cuando lo enviaron por primera vez a la cárcel de máxima seguridad en ese entonces, las Islas Marías. Definido a sí mismo como un revolucionario, falleció el 14 de abril de 1976, el mismo año en que la cárcel de Lecumberri es cerrada luego de más de 104 años de funciones como penal metropolitano.

Durante esta semana se llevará  a cabo el homenaje a José Revueltas en la Feria. En el encuentro se abordará la vida del poeta, la que estuvo dedicada a abrir y cerrar ciclos importantes en la vida cultural del México de los años setenta.

Sobre la autora: Macarena Maldonado Araya es Periodista de la Universidad Católica y está realizando la cobertura de la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires 2015 para el Especial de Libros de Km Cero.