Por Amanda Marton/Foto portada: Teatro del Puente/Enrique Núñez Mussa

Las cortinas se cerraron, los cien asistentes a la función se levantaron de a poco y sus aplausos hicieron que el telón se volviera a abrir. Los actores de Tres tristes tigres, obra del dramaturgo Alejandro Sieveking, se tomaron las manos y agradecieron al público. El domingo 26 de abril se terminó el ciclo de funciones de la obra en la Sala del Ángel, ubicada en el Paseo Huérfanos. Ese mismo día, la ciudad de Santiago hizo oficial la reapertura de la sala como espacio para funciones teatrales.

Los actores y empresarios Cristián Poblete y Carlos Cornejo, que se han dedicado por 18 años a la producción de eventos de entretención en los clubes La feria y La berenjena, resolvieron hacerse cargo de la Sala del Ángel en 2014. El espacio había sido emblemático en la década del ’70, acogiendo obras con nombres clave del teatro chileno como Bélgica Castro y Víctor Jara.

En los ’80 su realidad cambió y se convirtió en un cine triple X. Poblete y Cornejo invirtieron 35 millones de pesos para habilitar la sala. “No vamos a recuperar ese dinero y lo sabemos, pero el premio al final es recuperar el patrimonio de esta sala y tener el reconocimiento de las personas”, explica Poblete.

Los nuevos dueños del Teatro del Ángel decidieron hacerse cargo de la sala por su valor cultural, pero asumiendo que no recuperarían la inversión.

Los nuevos dueños del Teatro del Ángel decidieron hacerse cargo de la sala por su valor cultural, pero asumiendo que no recuperarían la inversión. Foto: Amanda Marton.

A esos gastos se agrega el costo del arriendo por dos millones de pesos mensuales, los gastos comunes de 400 mil pesos, la mantención del teatro, el sueldo de sus cuatro funcionarios y el dinero para difusión y producción de los espectáculos, que supera el millón y medio de pesos. La idea de los empresarios es postular a fondos estatales y a auspicios de empresas privadas para continuar financiando esos costos.

Los gastos de Cornejo y Poblete no distan de los que sufren las demás salas de teatro independiente en Santiago tras la crisis que vivieron esos espacios en 2013. Ese fue el año en que se anunció el cierre del Teatro del Puente por falta de recursos y su clausura dejó de manifiesto las dificultades de financiamiento y mantención de otras salas.

El Teatro del Puente tuvo un apoyo excepcional de la Municipalidad de Santiago, sólo porque su establecimiento pertenece al municipio. Foto: ENM.

El Teatro del Puente tuvo un apoyo excepcional de la Municipalidad de Santiago, sólo porque su establecimiento pertenece al municipio. Foto: ENM.

En abril del 2013 las redes sociales hicieron estallar la noticia: el Teatro del Puente, conocido por las obras exitosas como Las niñas araña y Gladys cerraría sus puertas el 11 de agosto por falta de recursos económicos para seguir manteniendo el espacio.

“El 2013 nosotros ya no podíamos seguir sosteniendo el teatro, porque mi socio y yo éramos los que teníamos que poner dinero para que pudiera funcionar. De no ser por la municipalidad, el Teatro del Puente ya no existiría”, dice Francisco Ossa, director de la sala.

Los dueños del Teatro del Puente esperan encontrar apoyo económico a través de fondos y empresas privadas.

El encargado de cultura de la municipalidad de Santiago, Carlos Loyola, explica que sólo se apoyó al teatro porque la sala tiene como sede el puente que es un espacio que pertenece al municipio. “Si eso llegara a pasar con otras salas de teatro, difícilmente las podríamos ayudar”, dice Loyola.

Si bien la sala no se cerró, dejó en evidencia las dificultades de mantención de esos espacios: luego del anuncio del Teatro del Puente, otras salas de teatro de Santiago, como el Teatro la Memoria, La Palabra y La Comedia manifestaron que también sobrevivían de forma precaria y que el dinero de las entradas no bastaba para solventar sus gastos de operación. Más de un año después, el teatro Ladrón de Bicicletas anunció su cierre definitivo, también por problemas económicos. “El devenir te enseña que el arte –y esto lo digo con mucha tristeza- te hace estar en la cuerda floja y al menor movimiento te puedes dar un costalazo”, afirmó el dueño del espacio, el periodista Carlos Pinto a El Mercurio.

2013 fue un año que marcó el declive de los teatros independientes, donde varias salas no pudieron solventar los costos de mantención. Foto: Amanda Marton.

2013 fue un año que marcó el declive de los teatros independientes, donde varias salas no pudieron solventar los costos de mantención. Foto: Amanda Marton.

No basta con las entradas

Para atraer al público, las salas de teatro independiente apuestan por entradas económicas que fluctúan entre los tres y ocho mil pesos. Sin embargo, también es necesario un mayor gasto en difusión, que según los dueños de las salas de teatro difícilmente se puede costear sin un aporte de fondos del Estado. La venta de boletos garantiza a lo más un 40% del costo mensual de mantención de un teatro, por lo tanto para continuar funcionando, las salas buscan convenios con ministerios y empresas privadas. Es el caso del Teatro Camilo Henríquez, que pertenece al Círculo de Periodistas y que arrienda su sala de lunes a miércoles a empresas y sindicatos. Además estableció un convenio con el Ministerio de Educación y el Instituto Chileno-Francés para sus actividades.

El Teatro Alcalá cerró sus puertas, pero mantiene su nombre como compañía teatral.

El Teatro Alcalá cerró sus puertas, pero mantiene su nombre como compañía teatral. Foto: ENM.

El Teatro Alcalá, que perdió su sala el 2014 tras la venta del espacio a una inmobiliaria, todavía existe como compañía teatral gracias al apoyo del Centro Cultural La Cisterna, que les presta su sala. “Ahora vienen cerca de 150 personas a las presentaciones, pero son pocas las que pagan, ya que nosotros regalamos 360 entradas a la Municipalidad de La Cisterna”, explica el director ejecutivo de la compañía, Mitchel Lobos.

“Es muy duro darse cuenta hoy que sólo los espacios ligados a instituciones tienen algún tipo de financiamiento fijo y pueden asegurar su supervivencia en el tiempo”, afirma Freddy Araya, director de la Red de Salas, un grupo que reúne a directores de salas independientes y espacios culturales de Santiago. Para él, es necesario garantizar la existencia de los teatros independientes ya que ahí surgen nuevos actores, directores, dramaturgos y lenguajes.

Una cuestión de fondos

La Red de Salas entregó al Consejo Nacional de la Cultura y las Artes (CNCA) una propuesta de cuatro ejes para enfrentar la crisis financiera y de público: apoyo a las salas con trayectoria; que las salas que postulan a fondos tengan un proyecto de gestión definido, incluida la caracterización del público que asiste a las funciones; que los teatros cuenten con una programación con el objetivo de generar audiencias; y que se comprometan con las compañías con promoción y soporte.

La Red de Salas presentó un proyecto al CNCA para facilitar el apoyo estatal a los teatros independientes.

La Red de Salas presentó un proyecto al CNCA para facilitar el apoyo estatal a los teatros independientes. Foto: ENM.

“Queremos una subvención estatal permanente que nos ayude con nuestros gastos operacionales y que tenga condiciones para los teatros independientes y para el Consejo. Son necesarios requisitos claros en términos de dependencia de otras instituciones, propuestas programáticas y cantidad de público que acogen”, explica el director de la Red de Salas, Freddy Araya.

El Consejo aún no ha dado respuestas al proyecto entregado por la Red de Salas. Desde 2015, además del Fondo Nacional de Desarrollo de la Cultura y las Artes (Fondart), que entrega una ayuda económica de hasta 150 millones de pesos a las salas ganadoras, los teatros independientes pueden participar en el programa de intermediación del CNCA. La iniciativa subvencionará con una partida inicial de $2.100 millones hasta a 20 espacios que tengan una experiencia destacada y capacidad de gestión, que no estén vinculados con el Estado.

La Red de Salas ingresa al programa por sus características. Se espera que con ese proyecto y con el Fondart las salas independientes puedan asegurar su permanencia de manera más efectiva en el tiempo”, afirma Natalia Vargas, encargada de gestión y producción del área de teatro del CNCA.

Sobre la autora: Amanda Marton es alumna de quinto año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Prensa impartido por el profesor Juan José Lagorio. El artículo fue editado por Juan Pablo Casado como parte de su trabajo en el curso Taller de Edición en Prensa Escrita impartido por el profesor Enrique Núñez Mussa.