En noviembre de 2013 el Congreso aprobó una ley que reduce el interés máximo convencional de manera progresiva por dos años. El experto en derechos del consumidor de la Universidad Adolfo Ibáñez, Alan Krausz, habló con Radio Cooperativa luego de ser comunicada esta noticia y señaló lo positivo que puede ser para los segmentos más riesgosos en la entrega de créditos, al que pertenecen los estratos socioeconómicos más bajos y las personas jóvenes. “Particularmente en el segmento de las tarjetas de crédito no-bancarias, la gran mayoría de los operadores del segmento medio, medio-bajo, cuando calculan la tasa de interés mensual, aplican el máximo de esta tasa”, enfatizó. Sin embargo, otros creen que esta baja afectará negativamente a las empresas y que no se debería poder fijar el interés.

La ley redujo el interés máximo del 54% al 37%, lo que beneficiará a los préstamos de hasta $4,6 millones. Esto permitirá reducir la práctica de las empresas que cobran intereses altos a las personas que pagan –quienes suplen al porcentaje de los que están sobre endeudados–, situación que se da sobre todo en los sectores riesgosos, como el de los jóvenes.

Andrés Sepúlveda, el abogado que destapó el caso La Polar, explica que en general se aplica la misma normativa tanto para las empresas de retail como para los bancos o entidades financieras que son prestamistas, pero que no son controlados por las mismas entidades. “Los bancos y la mayoría de las instituciones financieras tienen una regulación directa a manos de la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF). El retail, en términos generales, cuando se organiza como sociedad anónima abierta, su controlador principal es la Superintendencia de Valores y Seguros”, agrega. El abogado dice que estas entidades son los reguladores directos y tienen facultades inspectoras. Sin embargo, también el Sernac cumple un rol fiscalizador. Funciona como parte interesada en la protección de los derechos del consumidor y, aunque no tiene facultades de regulador directo, sí puede inmiscuirse en las operaciones cuando estas pasan a llevar los derechos de los consumidores.

Sepúlveda dice que los países deberían tener leyes de protección al consumidor segmentadas según la capacidad de pago. Sin embargo, las normativas de protección no tienen una división etaria, ni de ningún otro tipo, que diferencien los derechos de un consumidor joven sin ingresos propios, a los de uno con mayor poder de compra. Esta situación se replica en varios países de la región, como Colombia, donde las leyes de protección al consumidor y de entrega de créditos son iguales para todos.

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Un ejemplo del endeudamiento juvenil en la región es Perú, donde según información de la Central de Riesgos Crediticios, el 14% de los jóvenes entre 18 y 25 años que tiene tarjetas de crédito, registra incumplimientos de pago de más de 61 días. Las cuales ya serían deudas con irregularidades para Dicom.

En España el 37% de los jóvenes de 18 a 35 años solicitaron créditos en Navidad para poder pagar en cuotas los regalos, según una encuesta realizada por la Dirección General de Salud y Consumidores de la Comisión Europea. Solo el 12% de ellos conoce sus derechos fundamentales respecto a los créditos de consumo. Esto llevó a que la Unión Europea retomara la campaña “Para-Piensa-Actúa”, la cual busca informar a los consumidores sobre sus derechos en las principales ciudades de España.

En Inglaterra, un estudio realizado a 1.500 personas de 18 a 30 años, hecho por The Co-operative Group concluyó que vivir endeudado se ha vuelto en la “nueva normalidad” para los jóvenes de este país. Los préstamos estudiantiles, tarjetas de crédito, préstamos en general y sobregiros, son las principales causas de la deuda.

Casi un tercio de los encuestados admitió que oculta el estado de sus finanzas a sus padres y la cuarta parte de ellos reconoció que estaba recibiendo apoyo financiero de sus papás, lo que incluye ayuda en el pago de las deudas.

En este país ha aumentado en un 35% el número de personas que tienen dificultades para el manejo de los pagos, esto según un estudio realizado por el Money Advise Service (MAS), en comparación a datos recogidos en 2006.

Luego de que se publicaran estas estadísticas, Charity Personal Finance Education, fundación dedicada a la educación financiera de los jóvenes, advirtió que en este país los jóvenes están entrando en la vida adulta con deficiencias en su comprensión de los asuntos financieros: uno de cada ocho –entre 14 y 25 años– dijo no saber lo que es un sobregiro.

El Gobierno de Inglaterra, está centrando sus esfuerzos en la educación financiera y busca que se vuelva obligatoria en todas las escuelas secundarias.

En Estados Unidos, una encuesta realizada por Rent.com a 1.000 arrendatarios de todas las edades, muestra que tres cuartas partes de los jóvenes entre 18 y 24 años que son arrendatarios gastan más de lo que ganan al mes. El 20% supera sus ingresos por un monto mayor a 100 dólares todos los meses. Muchos de estos jóvenes están al borde de la quiebra esperando recibir su siguiente sueldo.

Estas deudas no están destinadas a entretención, como se podría esperar de este rango de edad, sino que a pagar gastos básicos. El 42% gasta la mayor parte de su presupuesto en la renta y es seguido por un 22% que lo hace en comida.

Un estudio de la Universidad Estatal de Ohio determinó que los adultos-jóvenes están acumulando deudas de tarjetas de crédito más rápido que otros grupos de edad y son más lentos al pagar. El sitio web Time Business and Money publicó una noticia que relacionó este estudio y la encuesta de Rent.com. En el artículo Lucia Dunn, coautora y profesora de economía en la Universidad Estatal de Ohio, dijo que, si esta situación continúa, es posible que en el futuro haya personas de edad avanzada con serios problemas económicos. “Mucha gente está pidiendo prestado en las tarjetas de crédito a niveles que no son suficientes para poder pagar al final de su vida (…) Podemos esperar que más personas lleven su deuda de tarjeta de crédito hasta la muerte, lo que podría implicar pérdidas para los bancos emisores”, señala la economista.

Esto se da a pesar de que en los últimos años ha habido un aumento en el número de jóvenes estadounidenses, de 18 a 29 años, que no usa tarjeta de crédito. Número que se ha duplicado, pasando de un 8% en 2007 a un 16% a finales de 2012, según un estudio realizado por Fair Isaac Corporation (FICO), empresa que da servicios para el análisis y toma de decisiones. Lo cual podría estar mostrando que se está optando por el mejor hábito de consumo: pagar al contado.

La disminución en el uso de tarjetas redujo la deuda promedio de los jóvenes de US$3,073 a US$2,087 por persona en cinco años, lo cual los benefició aumentando al 11,2% la calificación de crédito como “excelente”, por encima del 8,6% que había en 2005.

Esto se puede deber, en gran parte, a que se volvieron más estrictos los requisitos para la entrega de tarjetas de crédito. The Credit Card Accountability Responsibility and Disclosure Act de 2009, realizado por el congreso de Estados Unidos y firmado por el Presidente, que se hizo efectiva en 2010, endureció las normas para la entrega de tarjetas de crédito exigiendo, entre otros requisitos, que los menores de 21 años tengan un aval o generen ingresos mensuales suficientes para hacer los pagos de la tarjeta. Un cambio de normativas que se efectuó luego de la crisis de 2008, la que tuvo entre sus causas la entrega indiscriminada de créditos hipotecarios.

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El campus tiene un patio de cemento, los jóvenes se dividen en pequeños grupos por actividad que realizan. Los más preocupados repasan presentaciones mientras caminan, son seguidos por los grupos de estudio con papeles llenos de líneas del resaltador y  los más relajados, acostados encima de las piernas y barrigas, fuman cigarrillos.

En las universidades privadas como San Sebastián y Andrés Bello, en todos los grupos, los relajados y los estresados por el estudio, hay al menos un miembro con una deuda por créditos para la educación, que deben comenzar a pagar 18 meses después de que se gradúen con un máximo del 10% de su sueldo –en caso de cesantía se suspende el cobro por seis meses y hay un seguro por invalidez–. Del 30% de los jóvenes entre 18 y 24 años que tiene deudas o créditos a su nombre, el 56% tiene deudas por créditos universitarios. Y estudien, trabajen o estén cesantes, el 24% de ese mismo grupo está endeudado con tarjetas de crédito y el 19%, por créditos de consumo.

Daniela, con su tarjeta en Hites que asegura no usar más para no endeudarse, ya debe 4 millones de pesos por pagar su carrera y le quedan dos años para terminar. Su profesión tiene como promedio, al cuarto año de haberse graduado, un sueldo de un poco más de 600.000 pesos de los cuales le pueden cobrar máximo el 10% para cubrir el crédito.

Patricia Pinto tiene un crédito desde que entró a la universidad hace tres años. “Mi deuda ya debe ir en unos… son como dos millones el arancel… no sé, no he sacado la cuenta, pero definitivamente harto más de tres millones”, dice. Estudia en la Universidad San Sebastián una de las carreras peor pagadas en Chile: Pedagogía en Lenguaje. Al cuarto año de haberse graduado, Patricia puede ganar alrededor de 580.000 pesos mensuales.

Nicole Martínez, primer año de Derecho en la Universidad Andrés Bello. Dice que cuando se gradúe va a estar debiendo alrededor de 15 millones de pesos.

—No siento que me pueda afectar tanto más adelante —dice mientras fuma— es máximo el 10% del sueldo

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Marcelo Díaz estudia Periodismo en la Universidad Católica. Pidió el Crédito de Fondo Solidario en la Universidad de Chile para pagar los dos millones y medio que no tenía, cuando decidió cambiarse de Derecho en otra universidad a Periodismo en la UC. Además, él también vivió otra forma de endeudamiento.

Cuando entró a la Universidad de Chile y tenía solo 19 años, le ofrecieron la (CMR), tarjeta de Falabella, la empresa con más reclamos a la tarjeta de crédito no bancaria en el Sernac Financiero en el primer semestre del 2013. Era especial para estudiantes, decidió obtenerla, se endeudó por cerca de 200.000 pesos y, por demorarse en pagar, entró en la lista de Dicom.