A pesar del énfasis en la educación, el Sernac reconoce que hay una responsabilidad por parte de las empresas. “Es tarea de los jóvenes no cargar sus mochilas con más deudas de las que puedan asumir ellos y sus familias, pero también es tarea de las empresas que deben ser socialmente responsables y entregar créditos a quien pueda hacerse cargo de pagar. Las empresas deben ser profesionales y dar información para que los estudiantes sepan qué están contratando, el costo final del crédito, y las consecuencias de la deuda”, señaló la institución a través de su departamento de comunicaciones. “Pierden los jóvenes que comienzan su vida laboral estando en Dicom y con una mochila cargada de deudas; pierden sus familias que viven la angustia de hacerse cargo de las consecuencias de la deuda, pierden las empresas porque no les pagan”.

La institución explica que hay una responsabilidad social que deben tener las empresas más allá de lo que dice la ley. En ese sentido, señala el Sernac, las institución debería preocuparse de las consecuencias que implica dar un crédito a quien no puede pagarlo, no solo deben cumplir la ley sino que deben considerar las repercusiones que tiene el negocio.

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Luego de usar los 60 mil pesos de cupo autorizado para mi tarjeta, decidí pagar la deuda y cerrar la cuenta. Entré a Falabella del mall Costanera Center. El laberinto de pilas de ropa me absorbe. Un espejo frente a otro espejo.

—Su deuda es de 61.500 pesos.

—Cómo, si mi cupo es de $60.000

—Debe pagar gastos administrativos.

—Le pregunté a la vendedora y me dijo que no tenía que pagar nada extra hasta después del primer año.

—Lo siento, eso es lo que sale en el sistema.

Pagué los 61.500 pesos. Luego, revisando el contrato, me daría cuenta de que lo que me dijo la vendedora no era cierto y sí debía pagar gastos administrativos y mantención de la tarjeta Red Compra. Al igual que el 48% de los jóvenes, siento que no me explicaron bien los costos asociados.

24 horas después, tiempo necesario para cerrar la tarjeta luego de pagar, llegué de nuevo a las oficinas de Falabella. Lo que me demoré una hora en conseguir, ya se estaba volviendo el trabajo de varios días para poder romper las tarjetas.

Al cerrar la tarjeta de crédito CMR, me dijeron que la segunda tarjeta, la Red Compra, no pertenece a CMR, sino a Banco Falabella, por lo cual luego debía ir a ese lugar a realizar el trámite. Indagando con la encargada, me enteré de que en sus datos figuraba con un sueldo de 400 mil pesos –que no declaré y menos tengo– y que ella aseguró que solo eran números que introducían en el sistema.

Pilas y pilas de ropa marcan mi camino de salida. “Venta especial de CMR, 50% de descuento con el uso de la tarjeta”, “10% de descuento en colchonería con tarjeta Ripley”. Paseo sin ningún apuro por los pasadizos especialmente diseñados para mí, como si estuviera caminando por un parque.

Un televisor led se interpone en mi camino: LG 42 pulgadas Full HD 3D, $329.990 al contado; $19.359 mensuales a 24 cuotas. Lo observo por un rato, calculo el espacio que necesita para estar en living de mi casa. Me siento en el sofá de la tienda, me pruebo los lentes que entregan y pienso en lo cuático que sería llevármelo.

Sobre el autor: Camilo Castellanos es exalumno de Periodismo y esta crónica corresponde a su trabajo en el curso Taller de Crónica, dictado por el profesor Gonzalo Saavedra durante el segundo semestre de 2013