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Las líneas que se podía seguir para comprobar la inocencia de Cristian poco a poco se fueron esfumando: no había otros sospechosos, tampoco él tenía una coartada, la PDI mantenía sus pruebas y la testigo seguía sosteniendo que el culpable del asesinato era él. La única carta por la que podía apostar la defensa de Cristian era la prueba que lo tenía condenado: la rueda de reconocimiento.
Para el abogado Claudio Aspé, esta era la solución, y tuvo que serla desde el primer momento. Él debía demostrar, de alguna u otra manera, que ese reconocimiento fue mal ejecutado, y que por esa negligencia Jéssica fue inducida a señalar a Cristian como el culpable.
—¿Con cuánta frecuencia se ha visto enfrentado a esa situación como abogado?
—Muchas veces. La verdad es que la justicia se equivoca todos los días –responde el defensor.

En la interrogación, la testigo no fue capaz de describir rasgos físicos evidentes de Cristian.

La prueba principal que mantuvo a Cristian tras las rejas no se realizó acorde a los estándares requeridos por la Defensoría Penal Pública, y eso indujo al error de la testigo. El primer paso, entonces, fue solicitar que se realizara un nuevo juicio en el que se desestimara –por ilegítimo– el reconocimiento fotográfico inicial, el que se realizó en la comisaría una semana después de la muerte de Rubén.
La solicitud de nulidad fue aceptada por el tribunal que declaró la ilegalidad del reconocimiento, y convocó a un tercer juicio oral para el caso Rojas Galvani. Era lunes 31 de mayo de 2010, día del último encuentro entre Cristian, Jéssica Fuentes, y la familia de Rubén ante la justicia. En esta oportunidad, tanto el reconocimiento fotográfico como las declaraciones de la testigo indicando a Cristian como el culpable debían quedar excluidos del juicio por dictamen del tribunal. No obstante, la fiscalía llamó a Jéssica a declarar.
La tensión se respiraba en la sala, Cristian estaba cada vez más y más nervioso. Jéssica mantuvo su declaración y el fiscal fue enfático en recalcar la seguridad que ella demostraba al hablar. Pero, para el defensor, esa era la oportunidad para probar que la testigo estaba equivocada.
En lugar de presentar alegatos al juez por estar tomando en cuenta nuevamente las declaraciones de la testigo, a pesar de la nulidad, el defensor dejó que el fiscal hiciera su trabajo con ella. Cuando llegó su turno de interrogarla, dio un giro determinante a la historia. Con cada pregunta que hacía, Claudio Aspé demostró que la testigo no era capaz de describir rasgos físicos de Cristian que eran evidentes al mirarlo por primera vez. Características que eran distintivas, claves. No supo hablar de su altura, ni de su piel morena, ni mucho menos de algunas de las deformaciones que tiene en brazos y piernas. Debía, entonces, haber un error.

Al escuchar las constantes contradicciones en la declaración de la testigo, en particular con los datos que había arrojado la autopsia de Rubén, el tribunal resolvió absolver a Cristian de los cargos. Fue una decisión unánime: inocente. Cristian Alejandro Rojas Galvani estaba libre.

Dos días después de salir de la cárcel, Cristian fue al Monumental a ver a Colo-Colo.

Su familia y vecinos por fin podían celebrar, y él podría dormir en su cama, comer en su casa y ver a sus hermanos.
Lo primero que cruzó la cabeza de Cristian en ese momento fue que ahora, en libertad, podría ir al estadio. Estaba decidido a volver al Monumental lo antes posible y ver jugar a Colo Colo, como no lo hacía desde hace más de un año y medio.
Dos días después de que salió de Santiago 1, pudo hacerlo. Los dirigentes del club, quienes conocían a Cristian de los días en que seguía al equipo por todo Chile, le regalaron una entrada para que viera nuevamente al club sobre el pasto del Monumental. Para su sorpresa, había periodistas esperándolo. Sin saberlo, su caso se había hecho conocido y ahora él era un personaje de interés para los medios.
En la tribuna se reencontró con hinchas del equipo, quienes le dieron una bienvenida afectuosa al bajar por las escalinatas. Cristian esperaba ver el partido solo y calmado, pero una vez que sonó el pitazo inicial, recuerda, se transformó en un fanático más.
Esa tarde Colo Colo enfrentó a Cobresal, y ganó por dos goles contra uno.
—Fueron goles de Arturo Sanhueza y Felipe Flores. Se sintió bonito ese día, porque lo único que quería yo era volver a ver al Colo, y ese día, el Colo ganó.
Ese día, dice Cristian, se fue contento a su casa. Ese día.

Sobre la autora: Javiera Yáñez es alumna de cuarto año de Periodismo y este reportaje es parte de su trabajo en el curso Taller de Crónica, dictado por el profesor Gonzalo Saavedra. El reportaje es uno de los cuatro finalistas del Premio Periodismo de Excelencia Universitario 2014.