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La condena por reconocimiento errado es una de las fallas más comunes en Chile y el mundo. Estudios internacionales sobre los procesos de identificación señalan que el nivel de estrés en el que se encuentra el testigo o víctima influye en lo que ellos creen saber, además de hacerles sentir la necesidad de encontrar a un culpable por la carga emocional de la situación. Estas condiciones son las que los expertos definen como variables internas; es decir, aquellas propias del testigo o víctima y que, por lo tanto, no pueden ser controladas por el sistema judicial. El punto central de ellas es que la memoria no es un elemento absolutamente confiable, sino todo lo contrario. Muchas veces la mente cambia lo que pasó en situaciones traumáticas, o bien, lo complementa con datos reunidos una vez ocurridos los hechos.

La fragilidad de la memoria es causante de que la condena por reconocimiento sea uno de los errores más comunes.

Uno de los casos de identificación errónea más emblemáticos en Estados Unidos es el de Larry Johnson, condenado a cadena perpetua en agosto de 1984 por violación y sodomía. Después de pasar 18 años en la cárcel se comprobó su inocencia.
En enero de 1984 en el estado de Misuri, una mujer fue atacada en su auto por un hombre con la cara cubierta que la amenazó con un cuchillo y la llevó a un callejón donde abusó sexualmente de ella por cerca de dos horas. Después del ataque, ella condujo a su casa e hizo la denuncia, describiendo a su agresor como un hombre de raza negra, de aspecto limpio y con la cabeza afeitada. Con estos datos, la policía elaboró un retrato hablado con el que se reunió una colección de fotos de posibles sospechosos.
De todos ellos, la víctima identificó a Larry Johnson como el culpable, lo que volvió a hacer en la rueda de reconocimiento posterior. Johnson fue así condenado a prisión de por vida, más 15 años por sodomía, que hasta 2003 aún era considerado un delito en todo el territorio estadounidense.
Insistiendo siempre en que era inocente y en que debía haber un error en el peritaje, Johnson contactó a The Innocence Project en 1995 para conseguir apoyo en la revisión de su condena y las pruebas biológicas que llevaron a ella. Luego de un proceso largo de investigación, el 30 de julio de 2002 se logró comprobar que la víctima había cometido un error al identificarlo. Hoy, es un hombre libre.

En la práctica no hay un registro sobre la forma en que se lleva a cabo una detención, pese a que es una exigencia.

Sumadas a las variables mencionadas que influyen en las víctimas a la hora de reconocer a su agresor, existen también otras externas, definidas como las condiciones que deben asegurar los distintos agentes del sistema , desde las policías hasta los mismos jueces, para hacer legítima la identificación. Por la presión que hay sobre quién debe reconocer al victimario, hay ciertos protocolos que se debe seguir para evitar que la persona se equivoque y señale a alguien inocente. En estos se especifica que se le debe aclarar al testigo o víctima que dentro de la rueda de reconocimiento puede que no esté la persona que buscan; que debe integrarse “falsos positivos”, personas que se sabe con certeza que no cometieron el delito con el objetivo de comprobar el estado emocional del testigo o víctima; que el grupo de personas que será exhibido debe tener características comunes; y, finalmente, debe haber un abogado presente para evitar posibles presiones por parte de la policía.
Sin embargo, desde la Defensoría local explican que, en la práctica, lo común es que estas exigencias no se respeten. No hay registros de cómo se llevan a cabo las detenciones ni tampoco los reconocimientos, a pesar de que los defensores suelen exigirlos. Como son los policías los encargados de realizar estos procedimientos, se desconoce si efectivamente cumplen con ellos, porque no registran ni lo que pasa, ni lo que hacen, desde que detienen a la persona hasta que llegan los abogados.
Ese fue el caso de Cristian Rojas. Ninguna de estas variables se tomó en cuenta a la hora de realizar el proceso de identificación.
Jéssica Fuentes fue enfrentada a una rueda de reconocimiento fotográfico de la que no se sabe con certeza ni cómo fue, ni cuántas personas estuvieron presentes. Solo se sabe que fueron 9 fotografías de hombres con rasgos físicos evidentemente diferentes que no concordaban con las características que ella había dado en su declaración oficial. No hubo abogados presentes, ni registros de lo ocurrido. Pero no se consideró jamás que ella podía estar en un error, que podría haber sido inducida por la policía, o que simplemente podría recordar mal lo que pasó.