VIII

Entre recuerdo y recuerdo, algo hace a Cristian volver a sonreír como suele hacerlo al hablar de algo que puede traerle preguntas incómodas. Cambia la expresión de su cara y sube el tono de su voz para contar que apenas llegó a la cárcel, fue acogido y protegido por integrantes de la Garra Blanca. Ellos fueron sus amigos adentro, las mismas personas que conocía desde los 13 años, cuando aún soñaba con ser un jugador de futbol profesional. “El Colocolino” pasaba más tiempo en el Estadio Monumental que en su casa.
Entonces las drogas, dice, eran parte de su vida. Había probado de todo, pero la pasta base y la marihuana fueron las que se quedaron con él. Se hizo así conocido como drogadicto en el sector y en su trabajo como cuidador de autos en el Pronto Copec de Departamental. Esta fue otra de las razones, dice Cristian, por las que él tenía malas relaciones con efectivos de la Policía de Investigaciones, que de tanto en tanto llegaban a él por su adicción a la pasta base. Hoy, dice, solo consume marihuana.
— ¿Cuánta plata gastas en ella?
—Unas 100 luquitas mensuales (…). No, si no me piteo tanto. Ya no tanto. Algo para estar contento todo el día, no más.

El fenómeno de visión de túnel ocurre cuando se sigue una sola línea de investigación, descartando otras opciones.

La pasta base en cambio, asegura, la dejó definitivamente. Para él, el consumo de esta droga fue lo que lo condenó. Fue la razón por la que enfrentó conflictos con la PDI durante años, y esos roces llevaron a los tiras a su casa para culparlo.
—Después de 19 meses dejé de consumir. Me acostumbré. Cuando salí, los cabros me venían a buscar pero no, no pasa nada. Ya ni ahí. Si estuve privado de libertad injustamente por esa hueá, ¿adónde que voy a volver ahora?
“Mala conducta de agentes de Estado”. Ese es el nombre con el que Proyecto Inocentes en Chile clasifica casos como el de Cristian, en los cuales se producen distintas acciones que entorpecen la investigación y, por lo tanto, perjudican directamente la condena. En particular, estas negligencias se observan en mayor número en las policías, ya que sus efectivos son los primeros en enfrentarse a las pruebas, testigos, víctimas y sospechosos, luego de que se produce un delito.
En el caso de Cristian, la gestión que realizó la Policía de Investigaciones tuvo una gran incidencia en la condena dictada por el juez, ya que presentó la principal prueba para la sentencia: el reconocimiento fotográfico.
Francisca Werth, coordinadora del Proyecto Inocentes, habla de un fenómeno conocido como “visión de túnel”, que se da cuando los funcionarios asumen desde el comienzo una sola línea investigativa y descartan otras posibilidades, convencidos de que están en lo cierto. Eso fue justamente lo que ocurrió con el caso Rojas Galvani.

Otros sospechosos cuya descripción sí coincidía con la entregada por la testigo, nunca fueron interrogados.

Luego de que la Defensoría se hizo cargo de su caso, en la carpeta de investigación encontraron información de que el OS9 de Carabineros tenía otros dos sospechosos que vivían en El Pinar, una población cercana a la de Cristian. Ambos tenían características físicas que sí concordaban con las entregadas por Jéssica en su declaración inicial: medían cerca de un metro con setenta, tenían una contextura gruesa, cara ovalada y espalda ancha. Uno de ellos, además tenía antecedentes por robo con violencia. Pero más allá de tener sus nombres de pila y sus fotos adjuntas en la carpeta, nunca fueron interrogados por la PDI ni tampoco presentados como pruebas que exculparan a Cristian de lo que se le acusaba.
Los datos de estos dos nuevos sospechosos fueron entregados por personas del círculo cercano de Cristian, amigos y vecinos de la población, por lo que la Fiscalía descartó esa línea de investigación, al considerarla poco pertinente. Durante los primeros meses en que Rojas Galvani estuvo preso, la PDI recibió varias llamadas telefónicas anónimas que entregaban datos de estos dos sujetos, y los señalaban como los verdaderos asesinos de Rubén Pailamilla. Pero una vez que se comprobó de dónde venían estas llamadas, la información fue apartada de la investigación.
Al día de hoy, el caso se encuentra cerrado y sin culpables tras la absolución del único sospechoso.