IV

—¿Tú no conocías a Rubén?

—No poh. Cómo lo iba a matar, si yo ni conocía al loquito. Yo había visto las noticias no más.

—¿Por qué crees que te vinieron a buscar a ti primero?

—Porque me querían echar la culpa. Como yo trabajaba en la bomba de bencina de allí cerca, y uno de los tiras me conocía de antes, me echaron la culpa no más. Yo he andado metido en hueás, pero nunca he matado a nadie. Ellos tenían que agarrar a alguien y me agarraron a mí.

De acuerdo con los estudios realizados por Mauricio Duce –abogado miembro del comité editorial del Proyecto Inocentes Chile y director del Programa de Reformas Procesales y Litigación de la Universidad Diego Portales–, la mayoría de las investigaciones en torno a cuán seguido falla la justicia pertenecen a países anglosajones, desde los cuales se tomó el modelo para instalar en 2000 la Reforma Procesal Penal en Chile.

En Chile no hay cifras que indiquen con qué frecuencia se condena a personas inocentes.

De ellos, Estados Unidos es el que presenta mayor información en esta materia. Aunque se desconoce el porcentaje exacto, The Innocence Project ha publicado investigaciones que plantean que entre 1989 y 2003 ha habido 340 casos exonerados en los que hubo error en la condena, de los cuales 245 fueron liberados gracias a las pruebas de ADN. Sin embargo, esta cifra representa solo los casos en los que se pudo demostrar el error, mientras que se desconoce el número real de personas que siguen privadas de libertad injustamente.

En sus estudios, Duce señala que ese porcentaje de error varía entre un uno por ciento desde las investigaciones más optimistas hasta un dos por ciento, las más escépticas, lo que se traduce entre 20 mil y 40 mil personas al año condenadas erróneamente en Estados Unidos.

En Inglaterra el tema también ha sido asumido con preocupación, provocando la creación de la Comisión de Revisión de Casos Criminales en 1991, que publicó un estudio que abarca desde 1997 hasta noviembre de 2012, y habla de cerca de 15 mil casos en los que se sospecha que hubo una equivocación en las condenas. Un fenómeno parecido se dio en Canadá, donde el Servicio de Persecución Penal –que cumple las mismas funciones que nuestro Ministerio Público– creó el Grupo de Trabajo de Prevención de Errores en el Sistema Judicial en 2002, que publicó una investigación en la que se identificaron los errores más comunes y se entregó una lista con indicaciones a seguir para evitar futuras condenas erróneas.

En Chile, en cambio, se desconocen cifras. No existen estudios que arrojen datos precisos de cuán seguido se condena a personas inocentes. Para Mauricio Duce, el tema de las sentencias equivocadas dentro del sistema judicial, no se ha planteado de manera abierta y masiva y, como consecuencia, tampoco a nivel social.

Por ahora, Proyecto Inocentes se limita a situar casos como el de Cristian en la agenda pública.

Proyecto Inocentes es la iniciativa que espera cambiar esta situación. Pretende legislar para que el Estado indemnice económicamente a las personas que pasan tiempo en la cárcel siendo inocentes. En Estados Unidos, por ejemplo, el Estado entrega cincuenta mil dólares -poco más de treinta millones de pesos- por cada año que se pasa en prisión injustamente. Se busca además modificar aquellos aspectos de la ley que entorpecen los procesos judiciales, como mejorar los protocolos de reconocimiento para generar un estándar que garantice realmente su legitimidad, hacer menos estrictos los requisitos de revisión de las causas, generar las condiciones necesarias para preservar la evidencia y así poder corroborar o corregir las condenas dudosas y elaborar un protocolo de acción de las policías para evitar el mal manejo de pruebas, entre otros.

Pero hasta el momento, en Chile estas son metas lejanas. Hoy las facultades del Proyecto Inocentes se reducen a ser una plataforma comunicacional y una incipiente apuesta en la apertura del debate a nivel nacional.